La provincia del poeta
[FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 7 a 17 de Hablar de Poesía n° 48]
Alejandro Bekes[1]
Larga dulzura creada para entender la dicha,
durable rosa, quieto fervor, gajo de patria.
Mastronardi, “Luz de provincia”
Volvíamos en auto de un viaje en familia por tierras de Santa Fe y de Córdoba y ella les dijo a nuestras hijas: “Ya estamos en Entre Ríos”. Una luna hiperbólica asomaba, apenas teñida de rosa, sobre el horizonte del este; por el espejo retrovisor, se podía ver un océano de nubes erizado de fuego, y más allá, “en ulteriores campos”, el incendio imperial del poniente. Sin haberlo pensado, una estrofa vino a mi mente y se impuso a mis labios, como la luna se imponía a ese cielo:
La conozco agraciada, tendida en sueño lúcido.
Da gusto ir contemplando sus abiertas distancias,
sus ofrecidas lomas que alegran este verso,
su ocaso, imperio triste, sus remolonas aguas.
Los versos se iban diciendo y organizando, pasando sin esfuerzo de la evocación a la voz, no como letras en una página, sino como sonidos vivientes, plenamente audibles… Sin duda los versos estaban, precisos, calcados, vivos en la memoria; pero ¿qué los hizo volver? Quizá a ese hombre le bastó ver esos campos bajo el ocaso del sol ya invisible y el naciente pasmoso de la luna y oír en la voz amada el nombre de Entre Ríos.
[FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 7 a 17 de Hablar de Poesía n° 48]
- Alejandro Bekes nació en Santa Fe en 1959; desde 1969 reside en Concordia. Ha publicado, en poesía y ensayo, entre otros, Esperanzas y duelos (1981), Camino de la noche (1989), La Argentina y otros poemas (1990), Abrigo contra el ser (1993), País del aire (1996), El hombre ausente (2004), Breviario filológico (2005), Si hoy fuera siempre (2006), Lo intraducible (2010), Virgen de Proa (2015) y Un oráculo de agua (2023). Como traductor ha publicado versiones de Horacio, Virgilio, Shakespeare, Baudelaire, Mallarmé, Nerval y Auden.>>