Poema de un día
[FRAGMENTO. Ensayo completo en las páginas 49 a 57 de Hablar de Poesía n° 41]
POEMA DE UN DÍA
por Marcos Crotto[1]
Hace pocos meses murió Alfredo Maxit, profesor de Literatura durante treinta y ocho años en el Colegio del Salvador. En su muro de Facebook, las camadas de alumnos que lo habían conocido de joven le atribuían tanta pasión a sus clases que para mí se referían a otra persona.
Para nosotros, para mis amigos, que lo habíamos tenido más cerca del retiro, solía llegar arrastrando los zapatos gastados y susurrando canciones nostálgicas de Serrat. Se sentaba en su silla y, con tono monocorde, y, sin ningún respeto por la currícula, hablaba de tragedias masivas: Ruanda, el Holocausto, Yugoslavia. A veces nos recitaba algún poema de su autoría inspirado en aquellas desgracias o poemas tristes de otros autores. Siempre desde su silla, siempre gris.
No había duda de que era un hombre piadoso y sensible, pero a ninguno se le hubiera ocurrido treparse al pupitre y exclamar “Oh Capitán, mi capitán” por él. Sus clases sucedían en cámara lenta, incluso para quienes siempre disfrutamos de la literatura. De vez en cuando publicaba un poemario que presentaba en el anfiteatro semivacío del salón San Ignacio. Me pedía que leyera una de las poesías y yo me la aprendía de memoria. Terminé la secundaria y me olvidé de mi profesor.
(…)
[FRAGMENTO. Ensayo completo en las páginas 49 a 57 de Hablar de Poesía n° 41]
- Marcos Crotto nació en Buenos Aires en 1980. En 2013 publicó el libro de relatos Sacramenta.>>