Entre el placer y la obligación
[Fragmento. Más poemas en las páginas 69 a 76 de Hablar de Poesía n° 40]
Miguel Ángel Petrecca[1]
1904. BA.
Comienza por el polvo de ladrillo,
el soplo de una excusa perfecta.
Un dedo acusador en una esquina,
o la fantasía de la casa en el árbol.
Una consigna viene al mundo
arropada entre signos de comillas,
un lema es bordado en un bolsillo interno.
Una persona intenta decirlo todo.
De los errores el más habitual,
de las virtudes la más concisa,
la que propagan sin darse cuenta
los cabeceos en la puerta de un colegio.
Empieza y no quiere, empieza pero igual:
suena el timbre, pasos en el patio: es hora.
La palabra conventillo empieza a viajar hacia nosotros.
La palabra fantasma se aleja para siempre.
Comienza por el polvo de ladrillo.
Por un ay en el que nadie cree.
Por un oh que no despierta simpatías.
Alguien que dice: hay un comienzo en todo,
y alguien que responde:
en cada hombre que entra a un kiosco
y sale con las manos vacías, un misterio se esconde.
Comienza, comienza de una vez, comienza.
Hay muertos que repiten sin parar: ya es hora.
Escaleras en las que se escucha
el eco de una voz que dice: qué esperas.
[Fragmento. Más poemas en las páginas 69 a 76 de Hablar de Poesía n° 40]
- Miguel Ángel Petrecca nació en Buenos Aires en 1979. Es poeta y traductor. Publicó, entre otros, El Maldonado (2007), La voluntad (2013), El recuerdo de una pared (2016), Pekín (2017) y Mastronardi (2018). Entre sus traducciones del chino se destaca la antología Un país mental. 100 poemas chinos contemporáneos (2011) y la antología de poemas de Xi Chuan, Murciélagos al atardecer (2017). >>