Memorial, una excavación de la Ilíada

[FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 123 a 140 de Hablar de Poesía n° 38]

 

Traducción y nota de Mirta Rosenberg y Daniel Lipara[1]

 

Alice Oswald nació en 1966 en Reading, Berkshire. Estudió en Oxford, donde se graduó en Letras Clásicas. La novelista Jeanette Winterson la considera la heredera directa de Ted Hughes por la presencia de la naturaleza en sus poemas, pero hay más que eso: el enfoque de Oswald tiene también una deuda con la poesía de Anne Carson por su deseo de actualizar los clásicos al Siglo XXI. Sus clásicos están escritos en un inglés urgente; más que una traducción son una translucencia. Ella misma dice que no traduce del griego sino a través de él, abriéndole en inglés puertas y ventanas para que nosotros los lectores podamos ver algo de lo que Homero vio. Este libro, Memorial, escrito en 2011, es una suerte de cementerio oral lleno de muertos no protagónicos de la Ilíada de Homero. Después de cada muerte, un símil repetido trae el eco de la lírica pastoral. Esos símiles son también un eco del terror de la batalla y subrayan la violencia constante de la naturaleza. El símil cumple una función coral, mientras que las pequeñas biografías recuerdan el carácter vocativo, o mejor aún invocativo, de la Ilíada. Todo está cambiado de lugar, salvo los muertos, que caen a tierra en el mismo orden que en el original. Dice Oswald: “Procuré traducir la atmósfera, no el relato completo. Los críticos antiguos alabaron la enargeia de la obra, que significa algo así como brillante, insoportable realidad. Es la palabra usada cuando los dioses vienen a la tierra, pero no disfrazados, sino como ellos mismos. Mi versión trata de recuperar la enargeia del poema: elimina su narrativa, tal como uno podría levantar el techo de una iglesia para recordar qué es lo que está venerando”.

 

Y héctor murió como todos los demás
estaba a cargo de los troyanos
pero una lanza encontró el pequeño pedazo blanco
entre la clavícula y la garganta
justo donde se asienta el alma de un hombre
y espera que se abra la boca
siempre supo que ocurriría
él que era tan presumido y ansioso
y acostumbrado a ir corriendo a casa ensordecido por las armas
para erguirse con toda su armadura en el umbral
como un hombre que corre al dejar su moto en marcha
todas las mujeres lo amaban
su mujer era Andrómaca
un día la miró en calma
dijo sé qué ocurrirá
y una imagen de sí mismo muerto lo miró con fijeza
y de ella en Argos tejiendo para alguna extranjera
él parpadeó y volvió a sus tareas
Héctor amaba a Andrómaca
pero al final dejó que el rostro de ella se borrara de su mente
regresó a ella ciego
sin fuerza sin expresión
pidiendo tan sólo que lo lavaran y quemaran
y que sus huesos se envolvieran en telas suaves
y volvieran a la tierra

Como tribus de abejas de verano
subiendo del otro mundo por la grieta de una roca
millones de obreras volando a cumplir con su puesto entre las flores
naciendo y renaciendo y relumbrando por los campos

Como lobos inquietos que nunca se quedan sin hambre
pueden comerse un ciervo entero
pueden beberse la entera superficie de un estanque
lamiendo su negrura con delgadas lenguas
y eructándola de nuevo como sangre
y aún así siguen matando y matando
con el estómago que roza sus costados
acosado por el hambre

Como cuando dios lanza una estrella
y todo el mundo mira para arriba
para ver ese látigo de chispas
y entonces ya no está

 

 

And HECTOR died like everyone else/ He was in charge of the Trojans/ But a spear found out the little patch of White/ Between his collarbone and his throat/ Just exactly where a man’s soul sits/ Waiting for the mouth to open/ He always knew it would happen/ He who was so boastful and anxious/ And used to nip home deafened by weapons/ To stand in full armour in the doorway/ Like a man rushing in leaving his motorbike running/ All women loved him/ His wife was Andromache/ One day he looked at her quietly/ He said I know what will happen/ And an image stared at him of himself dead/ And her in Argos weaving for some foreign woman/ He blinked and went back to his work/ Hector loved Andromache/ But in the end he let her face slide from his mind/ He came back to her sightless/ Strengthless expressionless/ Asking only to be washed and burned/ And his bones wrapped in soft cloths/ And returned to the ground

Like tribes of summer bees/ Coming up from the underworld out of a crack in a rock/ A billion factory women flying to their flower work/ Being born and reborn and shimmering over fields

Like restless wolves never run out of hunger/ Can eat a whole stag/ Can drink the whole surface off a pool/ Lapping away its blackness with thin tongues/ And belching it back as blood/ And still go on killing and killing/ With their stomachs rubbing their sides/ Haunted by hunger

Like when god throes a star/ And everyone looks up/ To see that whip of sparks/ And then it´s gone

 

 

[FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 123 a 140 de Hablar de Poesía n° 38]

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Mirta Rosenberg nació en Rosario en 1951. Es poeta y traductora. Publicó en poesía, entre otros títulos, Madam (1988), El arte de perder (1998), El árbol de palabras (2006), El paisaje interior (2012) y Cuaderno de oficio. (2016). En poesía tradujo a William Shakespeare, Walt Whitman, Edward Lear, Marianne Moore y Anne Carson, entre muchos otros. Daniel Lipara nació en Buenos Aires en 1987. En poesía tradujo Aprender a Dormir, de John Burnside (2017) y Memorial, de Alice Oswald, junto a Mirta Rosenberg. En 2018 publicó Otra vida, su primer libro de poemas.>>