Philip Larkin: Curación por la fe y otros poemas

 Nota y versiones de Miguel Ángel Montezanti

En un trabajo reciente Graham Holderness (1989,1997) ha presentado una cuádruple interpretación del poema «Deceptions». En el artículo, un catedrático introduce a cuatro disertantes frente al público: un formalista, un marxista, una feminista y un postestructuralista. Mientras los cuatro exponen sus interpretaciones inconciliables, el catedrático cabecea somnoliento y al final agradece con una fórmula diplomática las cuatro contribuciones. La anécdota sirve para ilustrar la tentación de parcializar los horizontes de Larkin desde posiciones rígidas. Su presunto filisteísmo fomenta sostenedores y negadores; lo mismo sucede con su parroquialismo o provincialismo, su racismo y su sexismo, su religiosidad o agnosticismo, su cinismo y su comprensión del alma humana, su construcción o deconstrucción de Inglaterra y, naturalmente, su calidad poética.

Sorprende lo dilatado de una polémica que continúa dividiendo las aguas entre quienes lo admiran y quienes lo detractan, muchas veces amparados en lecturas divergentes. Si las aguas parecieron aquietarse en épocas aledañas a su muerte (1985), la publicación de Selected Letters (1992) actuó como revulsivo de posiciones todavía no sedimentadas. Philip Larkin nació en 1922 en Coventry. Se educó en King Henry VIII School y luego en St John’s College, Oxford. No puede decirse que la niñez de Philip contenga nada especialmente recordable. El poeta, quien ha sido comparado con Wordsworth, no romantiza su infancia: «Deprivation was for me what daffodils were for Wordsworth»: «La privación era para mí lo que los narcisos para Wordsworth». El personaje autobiográfico de Jill, su primera novela, muestra una persona retraída e inocente, objeto de burlas implacables no sólo por novicio sino por su condición provinciana. Larkin sería bibliotecario el resto de su vida, primero en Wellington, luego en Belfast y finalmente en la Universidad de Hull. Puede afirmarse que la vida de Larkin, si no manifiesta una plena agorafobia, al menos traduce una vocación de aislamiento, una resistencia a la vida pública. Sus aprensiones ante la muerte no impiden que prediga con exactitud la propia: como su padre, murió a los sesenta y tres años.

El argumento sólido a favor de la tesis de su capacidad de crear personae o máscaras lo constituye el título «A Study of Reading Habits», en The Whitsun Weddings. No es ningún estudio, y apenas se mencionan poses en un eje diacrónico. La dicción sumamente infomal, la humorada que hace rimar «sex» con «meringues», la declaración final, asombrosa en quien fue bibliotecario hasta su muerte, propician una identificación con alguna de las personalidades que Larkin puede asumir, la de un inglés medio, no la del intelectual. La desacreditación de la lectura, aparejada con la desacreditaron vía lingüística de quien lo hace, proyecta la burla sobre el propio autor. El «hábito» de lectura nos pasea por una literatura de enredos, de aventuras o pornográfica, «too familiar». En un artículo Larkin alude a los modos directos de expresión como «vernacular oratio recta». Su noción puede emparejarse con la sentencia de Horacio, «Difficile est proprie communia dicere». Si lo que la retórica ha llamado decorum —esto es, el acierto en el hallazgo de una forma expresiva concertante con lo que se pretende decir— la expresión por demás vulgar de Larkin se aviene con un desencanto visceral ante la vida.

Es frecuente que las descripciones de encuentros femeninos en la poesía de Larkin sean mediadas por recursos gráficos, fotografías, pósters o carteles de propaganda: El poema «Sunny Prestatyn», en la misma colección, adquiere su mejor impostación si se lo compara con el tópico del encuentro amoroso en el locus floridus. La parodia del «amorous encounter» está dada en la primera estrofa: es una invitación para visitar una playa. La segunda estrofa introduce el contraste siniestro: quien recoge la experiencia ve a la muchacha desfigurada por la acción de inadaptados. La tercera sección, que en la pastorela tradicional debería corresponder a la consumación amorosa, da cuenta ahora de un anuncio también publicitario, pero antagonista, realista y macabro: «Fight Cancer». La máxima vulgaridad se da en el cierre de la segunda estrofa: Larkin elige la forma más coloquial para mencionar genitales, que por supuesto tiene que ver con la elección lingüística de Titch Thomas y sus amigos. La palabra «tuberous» es un acertado anticipador de la inscripción agregada al final, una suerte de comentario preliminar de la manifestación cancerosa. El poema revela el más desalentador y común de los desenlaces. En cierto sentido la «compensación» que han hecho los dioses con la figura de Procne y Filomela encuentra su homólogo en Sunny Prestatyn en la transformación de la joven con el terrible «Fight Cancer». Titch Thomas y los demás vándalos ya no necesitan otra instancia de bestialización, porque todos los hombres, también el poeta, (y tú y yo, hypocrite lecteur), estamos comprendidos en las deformaciones tuberosas del cáncer, en el imperativo verbal guerrero, con sugerencias de mutilación y muerte. Titch y sus compañeros mutilan la figura porque saben, como el poeta, que es un engaño, que no pertenece a este mundo y que fomenta una seducción nociva. «Sunny Prestatyn» se trueca en lo opuesto al cuento de hadas tradicional. Es también, como en las iconografías ascéticas, un descubrimiento de la podredumbre del mundo, la gusanera que se oculta tras las aparentes bellezas, como las visiones pictóricas de Hieronymus Bosch. «Fight Cancer» es el anticlímax, pero en todo caso su intención pragmática es tan legal como «Come to Sunny Prestatyn». La presencia de lo obsceno no consiste en un modo escandaloso de llamar la atención: no es el lenguaje como registro el que escandaliza al burgués (Larkin lo es) sino en todo caso el debate inconciliable entre el ideal y la realidad cruda. El vandalismo de Titch Thomas es otra lectura del tiempo que todo lo erosiona; y el cáncer, anticipación sufriente de la destrucción final.

¿Cuál es la consecuencia de la falta de amor en las personas? Las figuras opuestas en «Faith Healing», también en The Whitsun Weddings, son el predicador estadounidense y las mujeres que acuden a buscar curación. Las mujeres son despachadas a un exilio «como si perdieran pensamientos». Las que se quedan divagando lo hacen como las ovejas: el símbolo del pastor con su rebaño pertenece al imaginario religioso, pero la palabra «sheepishly» induce a pensar en una sumisión obtusa. Otras mujeres se quedan tiesas y con lágrimas roncas y hondas, correspondiendo a la hondura del demiurgo. Las mujeres que acuden al fideísta sufren otra emoción, un agradecimiento lacrimógeno, posiblemente más afinado en el hecho de haber sido por una vez individualizadas -aunque curadas-, lo que las priva de palabras inteligibles y coherentes. Las respuestas son «enormes e inauditas». La impresión que surge de la intervención del predicador es que sus apariciones anatomizan a las mujeres en función de las partes del cuerpo que presumiblemente las aquejan; o tan sólo porque el demiurgo, en la superioridad de sus gestos, ‘orienta» a Dios mágicamente hacia una o hacia otra parte del cuerpo enfermo. La ceremonia de retener brevemente las cabezas de las pacientes entre las manos tampoco las individualiza. Aunque haya diferencias hay algo en común: el desamor, el derroche de una vida signada por la indiferencia. El sentimiento predominante es el de lo que habrían podido hacer si hubieran sido amadas. El poeta insinúa que el predicador pueda ser un farsante en razón de algunos elementos explanados. Pero no abre juicio sobre él, porque tampoco podría ir contra aquello que «el tiempo desaprueba». En el fondo no importa: sí importa que todo es inane y que en esa inercia las palabras del demiurgo pueden abrir un diminuto alivio en el tiempo de las mujeres, quienes al menos una vez en la vida se sienten interpeladas.

El poema decisivo para discutir la incidencia de la religión en Larkin, es «Church Going», incluido en The Less Deceived. El título es ambiguo, dado que a su significado transparente se añade el que deriva de tomar «church» como sujeto: es la iglesia la que se va o se pierde. Lo que es anecdótico se presenta en dos estrofas sobre un total de siete. La actitud es permanentemente inquisitiva, y por tanto reverente, aunque no sepamos cuál es el objeto de la reverencia. En este delicado balance entre lo reverencial y lo profano reside la cuidadosa elección del tono. Así se refiere al altar y al ambón como «the holy end»: sugiere la impresión de alguien que no conoce el vocabulario sagrado preciso; pero no obstante no reprime el adjetivo «holy» para caracterizarlo. «Awkward reverence» define la postura del poeta, respetuoso del lugar que visita y sin embargo consciente de que ese lugar acaso ya no signifique nada. Hay algo que el poeta dice no controlar perfectamente: admite haber dicho las palabras más fuerte de lo que quería, como quien actuara en parte por imperio del lugar que visita y no con plena autodeterminación. Con esta nota, a saber, la comprobación de que ésta es una de las tantas iglesias, de que no valía la pena detenerse en ella, concluye el episodio del poema.

La parte siguiente intenta explicarse por qué el paseante se detiene en las iglesias. El poeta, quien tantas veces ha empleado el ventriloquismo, elige ahora conjeturar la actitud de alguien que lo representara. Sin mediar ninguna experiencia mística o religante, el poeta intuye el sentido humano de la iglesia, que cobija decisiones y resultados trascendentes del hombre; a la vez que percibe la disgregación a que se asiste en los tiempos recientes. Estos elementos preparan la lectura de la última estrofa, que puede ser leída como expresión de cinismo: «A serious house on serious earth it is». ¿Cómo comprobar si el pasaje expresa lo opuesto de lo que dicen las palabras? La repetición de «serious» arranca sospechas: es una casa seria sobre la tierra seria; es alguien con hambre de las cosas más serias quien visitará estas ruinas. ¿Es serio Larkin?

«Church Going» es para Hendon un examen de las relaciones de poder, en especial las que se dan por sentadas tan sólo por el prestigio institucional (o arqueológico) de los objetos.» [1]

Creemos que «Church Going» no es el mejor poema para dirimir la presunta existencia del sentimiento religioso en Larkin; y sin embargo es notorio que el observador percibe el símbolo, es decir, lo reconoce como soporte material de una entidad inmaterial, aunque puede no saber bien cuál es: percibe la realidad del símbolo, pero también su historia.

«An Arundel Tomb», también en The Whitsun Weddings, es otro ejemplo del atractivo que ejercen sobre el poeta las cosas antiguas, no tanto por pasión arqueológica sino por las reflexiones que le inspiran. Arundel es un lugar al sur de Inglaterra. El sepulcro revela una pareja de nobles esculpidos según las normas heráldicas. La estrofa final contiene la reflexión más personal del observador, que culmina en una frase de inquietante interpretación: «What will survive of us is love». Antes hablaba de una fidelidad en la efigie; ahora, los versos de la última estrofa desbaratan la idea de la fidelidad, entre otras cosas porque el tiempo la ha erosionado consumiendo a los ya anónimos esposos, desfigurando y borrando los recordatorios. La fidelidad se ha vuelto ingrávida. Es reconfortante para los lectores pensar que el amor ha perforado el tiempo. Sin embargo, la aseveración está seriamente calificada: es la probanza de la casi verdad de nuestro casi instinto. La fidelidad de piedra es un dato frustrante de la fidelidad amorosa que nunca llegaremos a saber si los esposos se han profesado; su historia es apenas un jirón. El verso final, como el doble negativo «not unkind and not untrue» de «Talking in Bed», refleja una hesitación propia de Larkin, un modo de resolver poco satisfactoriamente una cuestión que lo preocupa porque ninguna respuesta es plenamente satisfactoria.

La factura del poema tiene características estatuarias en la regularidad de sus versos, que son tetrámetros yámbicos; en la solidez de la estrofa, que es una sextina y en el entramado de las rimas. Pero la estrofa 5 empieza a dejar la sensación incómoda de los encabalgamientos, que perturban la rigidez de las estrofas como el tiempo ha erosionado las estatuas. El ritmo se hace más vertiginoso cuando pasamos de la contemplación del grupetto al ir y venir de la gente que visita el sepulcro.

En el poema «The Whitsun Weddings», que da título a una colección, se combina una captación del paisaje inglés, de sus costumbres y ceremonias, con una persona desconcertante y lábil en el desplazamiento de su punto de vista, de modo tal que la primera persona se insume en un «we» que tampoco es unívoco. El viajero no ha cobrado plena conciencia de que Pentecostés es tiempo auspicioso para los casamientos y por eso demora un poco en apercibirse de los festejos que se hacen en los andenes de las sucesivas estaciones. La tercera estrofa, que hace explícita la percepción de los casamientos, dispara una nueva serie de descripciones, que se prolongan a lo largo de la cuarta, la quinta y parte de la sexta. En la última, cuando el convoy ya está en proximidades de la metrópoli, la atención vuelve a concentrarse en el paisaje. Pero éste ya no corresponde a la observación del viajero, sino a la de parejas de recién casados a bordo del tren. Y esto, como a menudo en la poesía de Larkin, despierta la reflexión y la conjetura acerca del aspecto humano del incidente: la significación de la vida, de la elección, del tiempo. De este modo el poema combina dos objetos de contemplación: el exterior, lejos y cerca de Londres, y el específicamente humano, que a la vez avizora desde el exterior y también desde su interioridad psicológica. El foco se desplaza de «yo» a «nosotros» sin que podamos reconocer si el «yo» del viajero es el de Larkin o una de sus voces.

La coexistencia de dos paisajes y de dos épocas es poco armoniosa: si la vista se ha detenido en ganados «de corta sombra», la llegada a otro pueblo está anticipada por áreas de autos desmantelados. Con pocos trazos el viajero propone una visión algo caótica de lo viejo y lo nuevo, lo natural y lo industrial, lo pastoril y lo moderno. El viajero, que sinuosamente va dejando la postura indiferente para internarse más en las escenas, asume la postura de quien no entiende perfectamente lo que pasa. Así se prepara una nueva estación, las nuevas bodas, sólo que ahora «in different terms». Vienen las grotescas prosopografías de la estrofa 4. El viajero está ahora consciente de que Pentecostés es la fecha elegida para las nupcias. Ahora sí, el pronombre «we» incorpora al viajero al contingente de recién casados. Mirando todo «in different terms» también sus captaciones son más discriminadas, pero fatalmente decepcionantes. Pero no se conforma con las contradicciones anteriores: en un juego ambiguo de pronombres y de adjetivos apunta «free (…) and loaded»; «they» – «we». Un sentido primario hablaría de «libres para proseguir el viaje» y de «cargados con la suma de todo lo que vieron». Pero ¿quiénes son libres, los que se quedan o los que se van? ¿Pertenece el viajero a la categoría de los libres o a la de los cargados?

Como en «Church Going», donde la evocación de los templos antiguos se efectuaba por la solemnización de los grandes momentos, también ahora el casamiento se vincula con la muerte. El viajero, mientras observa a las parejas que contemplan el paisaje urbano de Londres, se aventura a vaticinar que sólo la contingencia de este viaje nupcial los retiene unidos, que nadie piensa que no volverán a verse ni que sus vidas retendrán esa hora de festejos. Su pensamiento se muda a Londres para intentar un frustrado maridaje de lo urbano y lo rural: «Its postal districts packed like squares of wheat». La unión se da sólo en la mente, las dos realidades son más incompatibles que nunca, y acaso la segunda, en su fuerza agrícola, no sea más que un recuerdo. La última estrofa, cuyos encabalgamientos refuerzan la idea de la dispersión siguiente al viaje, retiene imágenes más precisas de la estación ferroviaria, a modo de simetría con respecto al origen del viaje. Pero sobre todo acentúa la frágil coincidencia de este itinerario. Con la última frenada «se hinchó un sentimiento de caída…» La fugacidad del viaje compartido prepara la dispersión y el anonimato «like an arrow-shower / Sent out of sight, somewhere becoming rain». Se trata de una comparación de interpretación compleja por la disparidad de elementos combinados. Las flechas tienen acaso resonancias de los dardos del amor, pero «lanzadas fuera de la vista» sugieren que todas estas vidas se proyectan hacia un punto que tal vez nadie podrá compartir, si pensamos que el viajero conjetura que nadie piensa si alguna vez se encontrará con otro. «Out of sight» es la vida misma, su incertidumbre, la red enmarañada de los destinos personales. Con estas restricciones no pretendemos decir que Larkin tenga una visión negativa del matrimonio, ni de las costumbres inglesas. Sí afirmamos que «The Whitsun Weddings» no proporciona elementos indiscutibles para sostener una representación esperanzada y optimista. Desde esta perspectiva consideramos que el concepto final de Swarbrick sobre este poema es una demostración de finura crítica: luego de aseverar el carácter desolado e inerte de algunos poemas de la colección TWW, concluye: «But the poems themselves, as with this title poem, represent a triumph of artistry over life. If the poet commands littfe else in life, he can command language». [2]

«Toads», incluido en TLD, muestra otra vez la sinuosidad discursiva con que la primera persona afronta cosas cotidianas. Es ilusorio pensar «de qué lado» está el poeta, Larkin emplea una estrofa popular, de ritmo rápido y pararrimas, lo que unido a la dicción produce la impresión de preguntas y respuestas rutinarias, evasivas en cuanto no indagan a fondo la cuestión: esa posición es la de todo el mundo y la que él comparte. El trabajo obligatorio es asimilado a un sapo aposentado en la vida. En la estrofa 3 el poeta reconoce que muchas personas viven de su «ingenio» («wits») y así consiguen desembarazarse del sapo.

«Otros», (no «él»), a quienes reúne de manera desaprensiva, se extiende a los marginales, gitanos u otros que se apartan de las convenciones. El predicado «They seem to like it» contribuye a la impresión de algo meramente opinable o convencional: esto se refuerza en la cuarta estrofa, cuando es visible el disgusto que caracteriza a los marginales: «nippers», «unspeakable wives / skinny as whippets», traducen el desprecio de una persona de más alta condición social por otras de condición más baja. Es decir que antes del cambio tonal que conlleva la estrofa 4, el hablante ha conseguido instalar la ambigüedad de sus puntos de vista, dado que la implícita añoranza de formas de vida que no tengan que ver con el trabajo-sapo, o convencional, también acepta un pensamiento «sapo», convencional, rehuyendo las consecuencias lógicas de lo que formula. La ambigüedad está sustentada por los cambios de registro: el mismo que emplea palabras coloquiales como «pitchfork», «brute» y «sickening», desinfla el efecto con comentarios como «just for paying a few bills», «That’s out of proportion» (estrofa 3). El poema cambia bruscamente de tono en la estrofa 6, cuando el hablante se lanza a cuestionar su propio quietismo ante la situación: el juego de la palabra «stuff» como verbo y como sustantivo, unido al reconocible pasaje de La tempestad («stuff / that dreams are made of») describe la procedencia cultural del hablante. En todo caso «stuff your pension» resuelve precariamente su rebeldía: se trabaja para asegurar el futuro («dreams»): se acepta el grillete de la convención a cambio de una continuidad no menos convencional. Este reconocimiento se hace explícito en la estrofa 7:»(…) something sufficiently toad-like / Squats in me, too». La condición sapo, odiosa en sí misma, esclaviza al quejoso. ¿Qué podría hacer si consiguiera deshacerse de ella? Lo responde en la estrofa 7 con otra acumulación, «The fame and the girl and the money». Este sería un nuevo motivo de envidia, pero la serie está presidida por el verbo «blarney», una voz que significa «engañar» o «seducir». El clisé «all at one sitting» denuncia la otra forma de convencionalismo.

La última estrofa de «Toads», de compleja interpretación, manifiesta al menos el embarazo de la decisión, la insatisfacción que procede de cualquier preferencia, ya sea la del trabajo-sapo, ya la de la vacancia. El trabajo es esclavitud, pero afirma la jubilación; la vacancia propone libertad y desaprensión, pero también miseria y disgusto. El dato desconcertante es el verso final «When you have both»: esto lleva a pensar que el quejoso cuenta con las dos posibilidades, la del trabajo-sapo y la de la liberación. Trabajar, no trabajar se constituyen en formas complementarias e intermitentes. Trabajar permite no trabajar, o sea contar al menos con un tiempo y una posibilidad de plantearse la otra alternativa. Se trata de la aporía de la vida misma, con soluciones siempre precarias, siempre contingentes, que el poeta plantea, pero no resuelve, con una sinceridad tal que la disyuntiva impregna su lenguaje. Larkin despliega una argumentación como si se tratara de las formas medievales del debate; pero el artificio retórico va avanzando desde grados ingenuos o poco reflexivos a conclusiones enigmáticas que en todo caso apuntalan la imposibilidad de resolver en uno u otro sentido. Privación es también carencia de certidumbre o falta de convicción ante las respuestas corrientes. Stephen Regan razona que el emparejamiento «toad» con «work» lleva a pensar que el trabajo, aunque carente de atractivo, es natural: no se ve al trabajo como una actividad socialmente construida, aunque el poema le parece conectado con una ansiedad de los años cincuenta, la ansiedad laboral. [3]  Pero es más relevante su análisis del poema como discurso social, porque en su opinión «Toads» inserta el inglés vernáculo en una forma lírica tradicional. En todo caso vuelve a manifestarse la tensión entre yo y los otros por las dificultades de la primera persona para identificarse con los grupos a los cuales pareciera envidiar: el grupo caótico aliterado y el de los pobres que cocinan y se calientan con baldes encendidos. Regan concluye que la equiparación final de las dos conductas, el compromiso y la evasión, da como resultado su cancelación mutua, y que de ese modo el poema sostiene un compromiso liberal con el statu quo.

Los observadores de Larkin, naturalmente, forman parte del habitus social y lingüístico y son sus críticos, no sólo sociales sino también lingüísticos. Cuando Larkin manifiesta amar los lugares comunes, no adopta una pose. Ni el forastero que se aloja en la pensión de Mr Bleaney («Mr Bleaney» – TWW) ni el ciclista que visita la iglesia son individuos particularmente notables por su excentricidad, finura o aristocracia intelectual. De una manera a veces imperceptible, la reflexión que va ganando la imaginación del contemplador comienza a pulsar cuerdas poco comunes, a interrogar las cosas desde ángulos insospechados, originales y perturbadores. El interrogatorio se da por medio de cuidadas manipulaciones de estilo, que desbaratan el habitus lingüístico al mezclar la variedad de «ingleses» de que se compone el inglés. [4]  De aquí la polémica que suscita la inserción de Larkin en el canon y los intentos para volverlo áulico.

 

Un estudio de hábitos de lectura

Cuando meter la nariz en un libro
curaba la mayoría de las cosas que no se dan en la escuela
valía la pena arruinarme los ojos
para saber que aún podía mantenerme calmo,
e infligir el antiguo gancho de derecha
a los tipos sucios el doble de mi tamaño.

Más tarde, con anteojos del grosor de una pulgada
el mal era precisamente mi diversión
yo y mi capa y mis colmillos
tuvimos tiempos desgarrantes en la oscuridad.
¡Las de mujeres que entretuve con el sexo!
Las partía como merengues.

No leo mucho ahora: el fulano
que frustra a la chica antes
de que llegue el héroe, el tipo
cagón y dueño de la tienda
parecen excesivamente familiares. Que se hagan hervir:
los libros son un montón de bosta.

 


A STUDY OF READINO HABITS //
 

When getting my nose in a book / Cured most things short of school, / It was worth ruining my eyes / To know I could still keep cool. / And deal out the old right book / To dirty dogs twice my size. // Later, with inch-thick specs, / Evil was just my lark: / Me and my cloak and fangs / Had ripping times in the dark. / The women I clubbed with sex! / I brote them up like meringues. // Don’t read inuch now: the dude / Who lets the girl down before / The bero arrives, tbc chap / Who’s yellow and keeps the store, / Seem far too familiar. Get stewed: / Books are a load of crap.

 

 

Prestatyn soleado

Vení a Prestatyn soleado
reía la chica del póster,
arrodillada en la arena
en blanco y tieso satén.
Detrás de ella, un buen pedazo
de costa; un hotel con palmeras
parecía expandirse desde sus muslos
y brazos abiertos que alzaban sus pechos. 

Fue golpeada un día de marzo.
Hace unas semanas, y su cara
quedó desdentada y bizca;
enormes tetas y una entrepierna fisurada
fueron buenos blancos, y el espacio
entre sus piernas contuvo garabatos
que la ponían limpiamente a horcajadas
de una verga tuberosa y un par de huevos 

autografiados Titch Thomas. mientras
que alguien había usado un cuchillo
o algo para tajear justo a través
de los labios y los bigotes de su sonrisa.
Era demasiado buena para esta vida.
Muy pronto, un gran desgarro atravesado
dejó sólo una mano y algo de azul.
Ahora se lee: Luchemos contra el cáncer.

 

SUNNY PRESTATYN //

Come to Sunny Prestatyn / Laughed the girl on the poster, / Kneeling up on the sand / In tautened white satin. / Behind her, a hunk of coast, a / Hotel with palms / Seemed to expand from her thighs and / Spread breast-lifting arms. // She was slapped up one day in March. /A couple of weeks, and her face / Was snaggle-toothed and boss eyed; / Huge tits and a fissured crotch / Were scored well in, and the space / Between her legs held scrawls / That set her fairly astride /A tuberous cock and balls // Autographed Titch Thomas, while / Someone had used a knife / Or something to stab right through / The moustached lips of her smile. /She was too good for this life. / Very soon, a great transverse tear / Left only a hand and some blue. / Now Fight Cancer is there. 

 

 

Curación por la fe

Lentamente las mujeres se ponen en fila donde él está
erguido con sus anteojos sin marco, cabellera plateada,
traje oscuro, cuello blanco. Los ordenanzas incansablemente
las persuaden hacia su voz y sus manos,
dentro de cuya primaveral agua tibia de lluvia de cuidado amoroso
cada una permanece unos veinte segundos. Y bien, hija querida,
qué te anda mal, pregunta la profunda voz nortemericana
y casi sin pausa, pasa a una oración dirigiendo a Dios sobre este ojo, aquella rodilla.
Las cabezas soportan las manos abruptas; luego, exiladas

como pensamientos que se pierden, se van en silencio; algunas
se pierden como ovejas, no vuelven a sus vidas otra vez
de inmediato; otras se quedan duras, estremeciéndose y con fuertes
y profundas lágrimas roncas, como si un chico mudo
e idiota todavía viviera dentro de ellas
para volver a despertar ante la bondad, pensando que una voz
finalmente las llama a ellas solas, que las manos han venido
para alzar y aligerar; y llega un gozo tal
que sus gruesas lenguas se desbocan, sus ojos derraman pena, un gentío
de grandes respuestas inaudibles empuja y se regocija…
¡Qué está mal! Bigotudos se sacuden en etiqueta florida:
ahora todo anda mal. En todos los de allí duerme
un sentido de la vida vivida según el amor.
Para algunos significa la diferencia que podrían hacer
amando a otros, pero en la mayoría ronda
todo lo que podrían haber hecho si los hubieran amado.
Eso nada cura. Un inmenso dolor que debilita,
como cuando, derritiéndose, el rígido paisaje solloza,
se despliega lentamente a través de ellos… eso, y la voz arriba
diciendo Hija mía, y todo lo que el tiempo ha refutado.

 

FAITH HEALING//

Slowly the women file to where he stands // Upright in rimless glasses, silver hair, / Dark suit, white collar. Stewards tirelessly / Persuade them onwards to his voice and bands, / Within whose warm spring rain of loving care / Each dwells some twenty seconds. Now, dear child, / What’s wrong, the deep American voice demands, /And, scarcely pausing, goes into prayer / Directing God about this eye, that knee. / Their heads are clasped abruptly; then, exiled // Like losing thoughts, they go in silence: some / Sheepishly astray, not back into their lives / Just yet; but some stay stiff, twitching and loud / With deep hourse tears, as if a kind of dumb / And idiot child within them still survives / To re-awake at kindness, thinking a voice / At last calls tbem alone, that hands have come / To lift and lighten; and such joy arrives / Their thick tongues blort, their eyes squeeze grief, a crowd / Of huge unheard answers jam and rejoice – // What’s wrong! Moustached in flowered frocks they shake: / By now, all’s wrong. In everyone there sleeps / A sense of life lived according to love. / To some it means the difference they could make /By loving others, but across most its weeps /As all they might have done had they been loved. / That nothing cures. An immense slackening ache, /As when, thawing, the rigid landscape weeps, / Spreads slowly through them -that, and the voice above / Saying Dear child, and all time has disproved.


Se va a la iglesia

Una vez cerciorado de que nada celebran
entro: dejo la puerta que se cierre de golpe.
Otra iglesia: libritos, esteras, bancos, piedra
desparramo de flores puestas para el domingo
ahora amarronadas; algo de bronce, objetos
hacia el extremo sacro, el organito pulcro
y un mohoso y tenso, no ignorable silencio
de sabe Dios cuánto hace. Me quito, sin sombrero,
los broches de ciclista en torpe reverencia.

Me adelanto, recorre mi mano el baptisterio.
De donde estoy el techo parece casi nuevo:
¿Limpiado, restaurado? Alguien sabrá. Misterio.
Asciendo al leccionario y examino unos versos
intimidantes, magnos. «Es palabra», pronuncio
mucho más fuerte que lo que yo quería.
Ríen breves los ecos. De regreso a la puerta
firmo el libro, ofrendo inútil monedita,
pienso que detenerse no merecía la pena.

Y aun así me detuve. Y lo hago a menudo
y siempre finalizo, como hoy, confundido,
buscando qué buscar: suspenso, me pregunto:
cuando caigan los templos por completo en desuso
¿en qué los transformamos? ¿Guardamos unas cuantas
catedrales a modo de espectáculo crónico?
¿Pergaminos y píxides bajo llave en sus cajas
y a las lluvias y ovejas abandonar lo otro?
¿Las rehuiremos como lugares de desgracia?

¿O han de venir de noche las mujeres dudosas
para hacer que sus críos toquen alguna piedra,
recoger unas hierbas para el cáncer, o en otra
noche preestablecida ver un ánima en pena?
Poderes de algún tipo continuarán en juegos
o en acertijos, algo, al parecer, casual,
mas morirá la fe, y la superstición:
¿qué queda si no queda ni la incredulidad?:
pisos mohosos, pasto, arbotantes y cielo,

formas menos usuales semana tras semana,
motivos más oscuros. Yo me pregunto quién,
el último de todos, buscará alguna traza
de lo que fue el lugar; de la partida alguien
que apunte y toque y sepa dónde estaban los atrios;
un bebedor de ruinas, rijoso por lo antiguo
un navidadadicto, que espere una vaharada
de túnicas y estolas, tubos de órgano y mirra.
O ha de ser aburrido representante mío

desinformado, al tanto de que el limo espectral
se ha esparcido, y con todo tienda a esta cruz de tierra
cruzando por yuyales -porque mantuvo igual
intacto y tanto tiempo lo que ahora se encuentra
sólo por separado—: la muerte, el nacimiento,
el casamiento y todas esas ideas. ¿Cuál
fue la finalidad de esta cáscara extraña?
Aunque no tengo idea qué cuesta este granero
rancio y ornamentado, sin embargo, a mí
me agrada demorarme en el silencio, aquí.

Es una casa seria sobre la tierra seria
en cuyo aire mezclado se encuentran nuestras ansias:
aquí se reconocen, de destinos se invisten
y estas cosas nunca se vuelven obsoletas.
Porque siempre habrá alguien que en sí mismo sorprenda
una sed que lo impele a volverse más serio;
gravitando por ella hacia este mismo suelo
que, alguna vez oyó, ayuda a la sapiencia
al menos porque yacen tantos y tantos muertos.
 

 

CHURCH GOING //

Once I am sure there’s nothing going on /I step inside, letting the door thud shut. / Another church: matting, seats, and stone, / And little books: sprawlings of flowers, cut/For Sunday, brownish now; some brass and stuff / Up at the  holy end; the small neat organ; /And a tense, musty, unignorable silence, / Brewed God knows how long. Hatless, / I take off / My cycle-clips in awkward reverence. // Move forward, run my hand around the font / From where I stand, the roof looks almost new- / Cleaned, or restored? Someone would know: I don’t. / Mounting on lentern, I peruse a few / Hectoring large-scale verses, and pronounce / ‘Here endeth’ much more loudly than I’d meant, / The echoes snigger briefly. Back at the door / I sign the book, donate an Irish sixpence, / Reflect the place was not worth stopping forth. // Yet stop I did: in fact I often do, / And always end much at a loss like this, / Wondering what to look, for; wondering, too, / When churches fall completely out of use / What we shall turn them into, if we shall keep /A few cathedrals chronically on show, / Their parchment, plate and pyx in locked cases, /And let the rest rent-tree to rain and sheep, /Shall we avoid them as unlucky places?//Or, after dark, will dubious women come / To make their children touch a particular stone / Pick simples for a cancer, or on some / Advised night see walking a dead one? / Power of some sort or other will go on / In games, in riddles, seemingly at random; / But superstition, like belief, must die, /And what remains when disbelief has gone? / Grass, weedy pavement, brambles, buttress, sky. //A shape less recognisable each week, / A purpose more obscure. I wonder who / Will be the last, the very last, to seek / This place for what it was: one of the crew / That tap and jot and know what rood-lofts were?/ Some ruin-bibber, randy for antique, / Or Christmas-addict, counting on a whiff / Of gown-and-bands and organ-pipes for myrrh? / Or will he be my representative, //Bored, uninformed, knowing the ghostly silt / Dispersed, yet tending to this cross of ground / Through suburb scrub because if held unspilt / So long and equably what since is found / Only in separation —marriage, and birth, / And death, and thoughts of these – for which was built / This special shell? Form, though I’ve no idea / What this accoutred frowsty bar is worth, / It pleases me to stand in silence here; //A serious house on serious earth it is, / In whose blent air all our compulsions meet, /Are recognised, and robed as destinies. /And that much never can be obsolete, /Since someone will forever be surprising / A hunger in himself to be more serious, / And gravitating with it to this ground, / Which, he once heard, was proper to grow wise in. / If only that so many dead lie round.

 

Un sepulcro en Ardundel

Lado a lado, los rostros borroneados
yacen en piedra el conde y la condesa.
Sus vestiduras muestran vagamente
armadura ensamblada, arruga tiesa
e, indicio del absurdo evanescente,
los dos perritos a sus pies echados.

Semejante llaneza prebarroca
difícilmente el ojo compromete
hasta que al fin descubre un guantelete
vacío en la otra mano asido
y con súbito asombro tierno enfoca
la mano que la de ella ha retenido.

No pensarían yacer tiempo tan largo.
La efigie de lealtad como testigo
era un detalle para los amigos,
y para el escultor un dulce encargo
llamado a prolongarles el enlace
de los nombres latinos en la base.

No se imaginarían cuán ligero
en su supino estacionario viaje
el aire haría un insondable ultraje
quitándoles las viejas propiedades;
cuan rápido los ojos venideros
sólo miran, no leen. En las edades

ellos siguieron rígidos y unidos
por la anchura del tiempo. Cayó nieve
intemporal. La luz, cada verano
rebasó del cristal. Brillante y leve
un bullicio de pájaros rociaba
pavimento de huesos retenidos.
Incontable, alterado, un río humano
por todos los senderos se allegaba

desdibujando sus identidades.
Ahora, inermes en el hueco de una
época sin heráldica ninguna,
una artesa de humo que se mece
como madejas, lentamente, invade
por sobre los fragmentos de su historia.
Y para su memoria
una actitud tan sólo permanece:

El tiempo los ha transfigurado
en no verdad. Y la lealtad que inscribe
la piedra, y que acaso no han deseado
blasón final se ha vuelto; y un aserto
que nuestro casi instinto es casi cierto:
es el amor lo que nos sobrevive.

 

AN ARUNDEL TOMB //

Side by side, their faces blurred, / The earl and countess lie in stone. / Their proper habits vaguely shown / As jointed armour, stiffened pleat. / And that faint hint of the absurd – / The little dogs under their feet. // Such plainness of the pre-baroque / Hardly involves the eye, until / It meets his left-hand gauntlet, still / Clasped empty in the other; and / One sees, with a sharp tender shock, /His hand withdrawn, holding her hand // They would not think to lie so long. / Such faithfulness in effigy / Was just a detail friends would see: / A sculptor’s sweet commissioned grace / Thrown off in helping to prolong / The Latin names around the base. // They would not guess how early in / Their supine stationary voyage / The air would change to soundless damage, / Turn the old  tenantry away; / How soon succeeding eyes begin / To look, if not to read. Rigidly they//Persisted, linked, through lengths and breadths / Of time. Snow fell, undated. Light / Each summer thronged the glass. A bright / Litter of birdcalls strewed the same / Boneriddled ground. And up the paths / The endless altered people came, / Washing at their identity. / Now, helpless in the hollow of / An unarmorial- age, a trough / Of smoke in slow suspended skeins / Above their scrap of history, / Only an attitude remains; // Time has transfigured them into / Untruth. The stone fidelity / They hardly meant has come to be / Their final blazon, and to prove / Our almost-instinct almost true: / What will survive of us is love.

 

Casamientos en Pentecostés

Ese Pentecostés se me hizo tarde para salir:
           no fue hasta alrededor
de la una y veinte de un sábado soleado
que partió mi tren, tres cuartas partes vacío,
todas las ventanillas bajas, todos los almohadones calientes,
pasada toda sensación
de estar apurado. Corrimos
detrás de las espaldas de las casas, cruzamos una calle
de enceguecedores parabrisas, olimos el muelle pesquero; allí
comenzaba la extensión fluctuante del nivel del río
donde se encuentran e! cielo y Lincolnshire y el agua.

Durante toda la tarde, a través del alto calor que dormía
muchas millas tierra adentro
mantuvimos una curvatura lenta y con paradas hacia el sur.
Pasaban vastas granjas, ganado de corta sombra
y canales con restos flotantes de espuma industrial;
un invernadero destellaba único; los setos se hundían
y se levantaban: y de vez en cuando un olor a pastos
desplazaba el hedor de la tela abotonada del vagón
hasta que la próxima localidad, nueva e indescifrable
se aproximaba con acres de autos desmantelados.

Al principio yo no noté cuánto ruido
             hacían los casamientos
en cada estación en la que parábamos: el sol destruye
el interés de lo que está sucediendo a la sombra
y bajando los largos y frescos andenes hurras y chillidos
que yo tomé por changadores retozando con la
             correspondencia
y seguí leyendo. Una vez que arrancábamos, sin embargo,
las pasábamos, sonrientes con mueca de sonrisa y encremadas,
              chicas
en parodias de moda, tacones y velos,
todas posaban irresolutamente, viéndonos partir,

como si estuvieran al final de un acontecimiento
           diciéndole adiós
a algo que lo sobrevivía. Sorprendido, me incliné
hacia afuera de inmediato la vez siguiente, con mayor
            curiosidad,
y vi todo otra vez en términos diferentes:
los padres con cintos anchos bajo los trajes
y grasosas frentes; madres estridentes y gordas,
un tío que gritaba hollín: y luego las permanentes,
los guantes de nylon y las chafalonerías de joyas,
los limones, malvas y ocres-olivo que
destacaban a las chicas del resto de una manera irreal.
             Sí, desde los cafés
y largos patios para banquetear y anexos empavesados
de fiestas de carruajes, los días nupciales
iban llegando al fin. Descendiendo la línea
parejas nuevas que trepaban a bordo: el resto se quedaba
           por ahí;
se arrojaron el último papel picado y los consejos
y, cuando nos desplazábamos, cada rostro parecía definir
sólo lo que miraba partir, los niños fruncían el ceño
ante algo aburrido; los padres nunca habían conocido

un éxito tan enorme y completamente farsesco;
         las mujeres compartían
el secreto como un funeral feliz;
mientras las chicas, aferrando aún más sus carteras, clavaban
         la vista
en una herida religiosa. Libres al fin,
y cargados con la suma de todo lo que veían
nos apresuramos rumbo a Londres, arrastrando gotas de vapor.
Ahora los campos eran parcelas de edificios, y los álamos
          echaban
largas sombras sobre las rutas principales, y durante
unos cincuenta minutos, que en el tiempo parecerían

lo suficientemente largos como para instalar sombreros y decir
casi me muero

transcurrieron una docena de casamientos.
Contemplaban el paisaje, sentados uno al lado del otro
-pasando por un cine Odeón, una torre refrescante,
y alguien que corre hasta lanzar la pelota- y ninguno
pensó en los otros a quienes nunca encontraría
o cómo todas sus vidas contendrían esta hora.
Yo pensé en Londres desplegada al sol,
sus distritos postales empaquetados como cuadrados de trigo:

hacia allá nos dirigíamos. Y cuando corrimos por
brillantes nudos de riel

pasando los Pullman detenidos, paredes de musgo ennegrecido
se nos acercaban… y ya casi terminábamos, esa frágil
coincidencia de viaje; y lo que sostenía
estaba preparado para ser liberado con todo el poder
que puede dar el haber cambiado. Fuimos deteniéndonos
otra vez

y cuando los frenos apretados se agarraron, se inflamó
una sensación de caída, como una ducha en arco
lanzada fuera de la vista, que en alguna parte se transforma
en lluvia.

 

THE WHITSUN WEDDINGS //

That Whitsun. I was late getting away: / Not till about / One-twenty on the sunlit Saturday / Did my three-quarters-empty train pull out, / All Windows down, all cushions hot, all sense / Of being in a hurry gone. We ran / Behind the back of houses, crossed a street / Of blinding windscreens, smelt the fish-dock; hence / The river’s level drifting breadth began. / Where sky and Lincolnshire and water meet. // All afternoon. through the tall heat that slept / For miles inland, / A slow and stopping curve southwards we kept / Wide farms went by, short-shadowed cattle, and / Canals with floating of industrial froth; / A hothouse flashed uniquely: hedges dipped / And rose: and now and then » smell of grass / Displaced the reek of buttoned carriage-cloth / Until the next town, new and nondescript, / Approached with acres of dismantled cars. / At first, I didn’t notice what a noise / The weddings made / Each station that we stopped at: sun destroys / The interest of what’s happening in the shade, / And down the long cool platforms whoops and skirls / I took for porters larking with the mails, / And went on reading. Once we started, though, / We passed them, grinning and pomaded, girls / In parodies of fashion, heels and veils. / All poised irresolutely, watching us go. // As if out on the end of an event / Waving goodbye / To something that survived it. Struck, I learnt, / More promptly out next time, more curiously, /And saw it all again in different terms: / The fathers with broad belts under their suits / And seamy foreheads; others loud and fat: /An uncle shouting smut; and then the perms, / The nylon gloves and jewellery-substitutes, / The lemons, mauves, and olive-ochre´s that // Marked off the girls unreally from the rest. / Yes, from cafés / And banquet-halls up yards, and bunting-dressed / Coach-party annexes, the wedding-days / Were coming to an end. All down the line / Fresh couples climbed aboard: the rest stood round; / The last confetti and advice were thrown, /And as we moved, each face seemed to define / Just what it saw departing: children frowned / At something dull; fathers had never known // Success so huge and wholly farcical; / The women shared / The secret like a happy funeral; / While girls, gripping their handbags tighter, stared / At a religious wounding. Free at last, /And loaded with the sum of all they saw, / We hurried towards London, shuffling gouts of steam. / Now fields were building-plots, and poplars cast / Long shadows over major roads, and for / Some fifty minutes, that in time would seem //Just long enough to settle hats and say I nearly died, /A dozen marriages got under way. / They watched the landscape, sitting side by side / -An Odeon went past, a cooling tower, / And someone running up to bowl – and none / Thought of the others they would never meet / Or how their lives would all contain this hour. /I thought of London spread out in the sun. / Its postal districts packed like squares of wheat: / There we were aimed. And as we raced across / Bright knots of rail / Past standing Pullmans, walls of blackened moss / Came close, and it was nearly done, this frail / Travelling coincidence: and what it held / Stood ready to be loosed with all the power / That being changed car give. We slowed again, / And as the tightened brakes took hold, there swelled /A sense of failing, like an arrow-shower / Sent out of sight, somewhere becoming rain.

 

Sapos 

¿Por qué dejaré que el trabajo de sapo
       usurpe mi vida?
¿No puedo usar mi ingenio como horquilla
       para echar al bruto? 

Seis días por semana ensucia
        con su veneno enfermante
¡Sólo para pagar unas pocas cuentas!
       Esto no tiene relación.

Mucha gente vive de su ingenio:
           conferencistas, invertidos,
pillos, zafios, patanes
            no terminan como pobres; 

mucha gente vive en callejuelas
          con fuegos en un balde,
comen fruta caída y sardinas en lata…
          parece gustarles.

Sus mocositos andan descalzos,
          sus incalificables esposas
son piel y hueso como galgos; y sin embargo
          nadie en verdad se muere de hambre.

¡Ay!, si fuera lo bastante corajudo
         para gritar «¡Tráguense su pensión!»
pero bien sé, que ésa es la materia
         de la que se hacen los sueños.

Porque algo bastante parecido al sapo
        me usurpa a mí también,
sus ancas son pesadas como la mala suerte
        y frías como la nieve.

Y nunca me permitirá zalamerías
         en mi camino para obtener
la fama y la chica y el dinero
          todo de una sentada.

No digo que uno encierre
         la verdad espiritual del otro;
pero sí digo que es duro perder cualquiera,
         cuando se tienen los dos.

 

TOADS //

Why should I let the toad work / Squat on my life? / Can’t I use my wit as a pitchefork / And drive the brute off?//Six days of the week it soils /With its sickening poison- /Just for paying a few bills! / That’s out of proportion. // Lots of folk live on their wits: /Lecturers, lispers. /Losels, loblolly-men, louts – / They don’t end as paupers; //Lots of folk live up lanes / With fires in a bucket, / Eat windfalls and tinned sardines — / They seem to like it. // Their nippers have got bare feet, / Their unspeakable wives /Are skinny as whippets — and yet / No one actually starves. // Ah, were I courageous enough / To scout Stuff your pension! / But I know, all too well, that’s the stuff / That dreams are made on: / For something sufficiently toad-like / Squats in me, too; / Its hunkers are heavy as hard luck, / And cold as snow, //And will never allow me to blarney / My way of getting / The fame and the girl and the money /All at one sitting. // I don’t say, one bodies the other / One’s spiritual truth; / But I do say it’s hard to lose either, / When you have both.

 

Hablar en la cama

Hablar en la cama debería ser lo más fácil,
yacer juntos ahí retrotrae tan lejos,
un emblema de dos personas que son honestas.

Sin embargo más y más tiempo pasa silenciosamente.
Afuera, el desasosiego incompleto del viento
edifica y dispersa las nubes por el cielo.

Y los pueblos oscuros se apilan en el horizonte.
A nada de esto le importamos. Nada muestra por qué
a esta única distancia de la soledad

se hace aún más difícil encontrar
palabras a la vez auténticas y corteses
o no inauténticas ni descorteses.

 

TALKING IN BED //

Talking in bed ought to be easiest, / Lying together there goes back so far, /An emblem of two people being honest. // Yet more and more time passes silently. / Outside, the wind’s incomplete unrest / Builds and disperses clouds about the sky. //And dark towns heap up on the horizon. / None of this cares for us. Nothing shows why /At this unique distance from isolation // It becomes still more difficult to find / Words at once true and kind, / Or not untrue and not unkind.

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1.  Hendon, Paul. «Larkin and the logic of replacement», en Critical Survey, 1:2, 1989, pp. 164-171. >>
  2.  Swarbrick, Andrew. Out of Reach: The Poetry of Philip Larkin. Basingstoke: Macmillan, 1995, p. 53. >>
  3. Regan, Stephen. Philip Larkin. Basingstoke: Macmillan, [Critics Debate Series], 1992, p.84.>>
  4. Para este concepto, vid. Venuti, Lawrence. The Translator’s Invisibility. A History of Translation. London and New York: Routledge, 1995, p. 215.>>