El descenso

Ricardo H. Herrera [1]

 

Poesía 

El blanco del papel y el fluir marino
del hálito del viento, la aridez
de mi voz y un silencio que ilumino
de fulgor material, y, rara vez,
como un indicio incierto de esperanza, 
el tañer del enigma: la derrota
del tiempo, una palabra que lo alcanza
al sesgo y lo renueva en una nota,
fundida a la extrañeza… Hubo un momento
que selló la extensión del abandono;
me destinó a una vida sin objeto.
Hoy retorna al lenguaje como el lento
embate de la ola: sólo un tono,
sólo un eco que ahonda mi secreto. 

 

Mañana

La vastedad marina, desolada,
pura y estéril en la luz del cielo.
Diafanidad de la ola desganada
con su infancia perenne, adiós del vuelo
del ave sin memoria en la quietud
azul. ¿Soportaré el suplicio?
¿El hielo,el sol, la duración desnuda: el sur,
el ser del sur?…                           

 

En el jardín

No se mueve una hoja en el jardín.
Un huracán de angustia
se adueña del vacío
que deja la promesa de la vida. 

No se mueve una hoja en el jardín.
Un silencio de eternidad derruida
—como el amigo que no tengo—
me acompaña mientras camino solo. 

 

El mar

¿Qué es lo real, la furia o la ternura?…
No hay presencia ni ausencia en esta hora,
somos fantasmas. Cambia, desfigura
nuestra leyenda, el mar. O nos ignora,
como antes de la dicha. No murmura
el mar, no gime el mar, no clama ahora.
Vuelto resentimiento es una oscura
forma de desamor. Y mi demora
al borde de esa nada, de la playa
en donde moribunda la ola ensaya
un torpe simulacro de poesía,
se parece a esta página. Vacía,
sin vida. El mar, el mar ya no presagia.
Irse, extinguirse, ésa es su última magia. 

 

El descenso

Entonces descendí a mi propio infierno
por tu amor; escuchándote,
oyéndome, intentando
que tuviese sentido la palabra. 

En lo insondable de mi vieja herida,
enmudecí; vi cómo se apagaba
en un silencio amorfo y nauseabundo
el resplandor dorado del verano, 

nuestro verano, tras el cual nacía
—sin derroche ni asombro—
oscuramente, otoño:
la exigua aurora de la media muerte. 

 

Mi sombra 

Me aflige haber mirado hacia el desierto
cuando en el horizonte la ola virgen
fulguraba de azul. 

Me aflige haberme vuelto hacia mi espalda
cuando tu pecho joven
se abrazaba a mi pecho sin pudor. 

No era yo, fue mi sombra
la que torció la vista hacia la nada.
Gocé del mar, gocé tu cuerpo entonces. 

Sacié mi sed de vida para siempre.
Y sin embargo, ahora,
mi sombra me persigue. 

Va deambulando sola
por la casa vacía, por la mente convulsa,
sola con sus fantasmas. 

 

Fidelidad

Traspasa la ceguera de la sangre,
no renuncies: el toque de la gracia
es el poema, aun en las tinieblas. 

Como cuando sonriéndome dijiste
en una tregua de tormenta: tengo
un amarillo intenso de ser feliz. 

 

Envío

Me conmueve, poesía, esta pobreza
a la que me reduces.
Tu forma arcaica, el verso, es la escudilla
en donde pruebo inerme
la estrechez de vivir. 

Oscuro bajo el sol,
apoyado en el muro de mi sangre, 
espero tus palabras
con la garganta llena de las lágrimas
del más duro silencio. 

Y te acepto arte humilde,
lacónica y austera: mi vacío, mi sed,
la duración desértica y la noche íntima
de la salvaje libertad de recibir
tu belleza desnuda.

  

Retorno

La paz del bosque —un mar
de hojas meciéndose, presente puro—:
un sendero de hierba pisoteada
lejos del páramo del corazón,

y mis pasos que van sin impaciencia
al encuentro inminente
del mágico comienzo de la noche.
¿Sabré esperarte, hacerlo sin herirte?…

El silencio se expande en esta calma
del retorno a mí mismo. Y es adiós al tormento,
a la desesperanza del pasado,
y bienvenida al tiempo. 

Arboleda sangrante: mis palabras,
las frases inseguras, estas sílabas
que vibran apagadas en la sombra,
quisieran parecerse a tu hojarasca. 

Quisiera un día, al sopesar mi vida,
sentir que el tiempo viejo se hace de oro
en los restos deshechos de un lenguaje
que resguardó el murmullo del amor.
 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Ricardo H. Herrera (Buenos Aires, 1949) ha publicado, entre otros, los siguientes volúmenes de poesía y crítica literaria: Retrato del poeta (1985), La ilusión de las formas (1988), La hora epigonal (1991), Stabat nuda Aestas (1993), Estudios de la soledad (1995), Espera de la poesía (1996), De un día a otro (1997), Imágenes del silencio cotidiano (1999). >>