Escucho el infinito murmullo de elementos

[Fragmento. Más poemas en las páginas 153 a 158 de Hablar de Poesía n° 49]

 

Federico González

CURACIÓN DE UNA HERIDA ARKAMBRITA

Puede pasar alguna vez
que el ancerómetro falle
o que olvide mis instrumentos de seguridad.
Entonces no hay otra opción
para tomar las muestras de análisis.
Hundo las manos desnudas en el suelo
y junto tierra por horas.

A veces doy con bancos de arkambrita
y es imposible preverlo.
A simple vista un silicato, una mica
transparente, se adhiere también a la piel
y de inmediato la colma de heridas.
Sus cristales ínfimos cortan,
refractan el sol y a contraluz
la sangre mana tibia
y tornasolada sobre la mano.
El agua es inútil,
no limpia, no ayuda;
arrastra el mineral por el cuerpo
y abre nuevos cortes.

La única solución
es imantar los cristales
y soportar el dolor implacable;
mientras abandonan la piel
forman un halo escarlata
–un destello de sangre–
alrededor de la herida abierta
y cuando al final se desprenden
dejan un rastro opaco
que se apaga en las vendas.                         

Así empieza la curación
para mi atroz maravilla.

 

[Fragmento. Más poemas en las páginas 153 a 158 de Hablar de Poesía n° 49]