Un poema infinito de César Vallejo

[FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 105 a 108 de Hablar de Poesía n° 46]

 

UN POEMA INFINITO DE CÉSAR VALLEJO

Alejandro Crotto[1]

 

XXIII

Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos
pura yema infantil innumerable, madre.

Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente
mal plañidas, madre: tus mendigos.
Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto
y yo arrastrando todavía
una trenza por cada letra del abecedario.

En la sala de arriba nos repartías
de mañana, de tarde, de dual estiba,
aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.

Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo
quedaría, en qué retoño capilar,
cierta migaja que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar. Hoy que hasta
tus puros huesos estarán harina
que no habrá en qué amasar
¡tierna dulcera de amor,
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tánto!
en las cerradas manos recién nacidas.

Tal la tierra oirá en tu silenciar,
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?

 

ALGUNAS BREVES NOTAS DE LECTURA

Lo primero es hacer algunas aclaraciones semánticas: este poema -como los mejores poemas de Trilce– no tiene neologismos. Sí hay algunos arcaísmos y peruanismos, pero no palabras inventadas. “Tahona” es una palabra del castellano (medio en desuso) que significa “panadería”; “estuosa” también, y significa “tibia”. El poema comienza entonces con un largo vocativo a la madre, a quien Vallejo llama “panadería tibia de aquellos mis bizcochos, pura yema infantil innumerable”. El poema contrapone la felicidad del tiempo ido de la infancia, cuando todo era gratuito y sucedía en una atmósfera amorosa, metonimizada en la madre, con la dificultad del presente desde el que se escribe.

“Gorgas” es –hay distintas teorías– o bien una castellanización del latín “gurga, ae” (garganta), o un peruanismo que significa “niños” (con el mismo origen latino, claro). Para el sentido es lo mismo: tras evocar a la madre Vallejo la sitúa rodeada de sus últimos cuatro hijos (los otros 7, eran 11 hermanos, imaginamos que ya se habían ido del pueblo natal): ¡qué bien la pinta para siempre a esa madre rodeada de hijos que la requieren!: “Oh tus cuatro gorgas asombrosamente mal / plañidas madre: tus mendigos…”

 

(…)

 

 [FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 105 a 108 de Hablar de Poesía n° 46]

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Alejandro Crotto nació en Buenos Aires en 1978. Publicó los libros de poemas Abejas (2009), Chesterton (2013), Once personas (2015), Francisco –un monólogo dramático (2017) y El Infierno de Dante Alighieri (2020).>>