La poesía de la canción de cancha

[FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 7 a 17 de Hablar de Poesía n° 46]

 

LA POESÍA DE LA CANCIÓN DE CANCHA

Alejandro Crotto[1]

 

Una noche de primavera en 1993 fui por primera vez al Monumental a ver a River. Tenía quince años. Me acuerdo cuando entré a la tribuna desde las escaleras y se abrió un mundo: el anillo de luces recortando hacia abajo del cielo negrísimo una parte de la realidad, y en ese adentro lo vivo de los colores, el verde brillante de la cancha, mucho más cuadrada de lo que imaginaba, las banderas, los ruidos, los olores, la emoción de estar ahí, donde pasaba en verdad lo que los demás verían por televisión. Y la gente, toda la gente, las hinchadas, los cantos: las palabras rodeándome, articulándose en el ritmo.

Algo fundamental como poeta lo aprendí yendo a la cancha. Borges decía que lo distintivo de la poesía es que al leerla sentimos el deseo de decirla en voz alta, como si hubiera algo en su intensidad que pide materializarse. La canción de cancha nos recuerda eso, que la poesía empezó hace miles de años alrededor del fuego con percusión tribal:

 

Qué alegría qué alegría
Olé olé olá
Vamos River todavía
que estás para ganar.

Todos de la cabeza
haciendo descontrol,
solo te pido, River,
que vos salgás campeón.

El día que me muera
yo quiero mi cajón
pintado rojo y blanco
como mi corazón.

 

Algo de ese pulso primario perdura, porque lo vertebral de la poesía es el ritmo, que las palabras estén articuladas rítmicamente. En la poesía escrita, mediante el ritmo de la acentuación natural de las palabras; en la poesía cantada la base rítmica subraya desde afuera, y puede incluso modificar, la acentuación normal de las palabras. En esta canción cada verso tiene siete tiempos o sílabas, se llaman heptasílabos, y el séptimo lugar puede estar vacío si el verso termina con palabra aguda: “El (1) dí (2) a (3) que (4) me (5) mue (6) ra (7)” y “yo (1) quie (2) ro (3) mi (4) ca (5) jón (6 acentuada aguda)”. Es por eso que la canción se canta en loop, y por ejemplo los versos “Olé olé olá / Vamos River todavía” se cantan: “Olé olé olá, Va / mos River todavía”, y por eso también se engancha el final con el principio: “como mi corazón, quea / legría qué alegría”. Eso hace que a lo largo de toda la canción se sostenga la misma duración, y en esa duración pareja aparecen distribuidos regularmente algunos acentos de intensidad. También la rima, que es otra forma de repetición regular (en este caso no de la intensidad acentual, sino de ciertos sonidos), colabora con la creación del ritmo: alegría / todavía // olá / ganar // Descontrol / corazón / cajón

En el marco de ese andamiaje rítmico, la poesía aparece en la tercera estrofa: se viene hablando de fútbol, de que el partido puede ganarse, que vamos River, que te pido que salgas campeón, y de pronto aparece otra cosa, ese salto de la imaginación hacia algo que no tiene que ver directamente con lo que venía sucediendo: “el día que me muera / yo quiero mi cajón / pintado rojo y blanco / como mi corazón”. De ahí la tremenda alegría a la que el poema vuelve cuando se reengancha con su principio: es la alegría de sentir una pasión semejante, un amor del que habrá que dejar de alguna manera constancia cuando llegue la muerte.

 

(…)

 

 [FRAGMENTO. Artículo completo en las páginas 7 a 17 de Hablar de Poesía n° 46]

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Alejandro Crotto nació en Buenos Aires en 1978. Publicó los libros de poemas Abejas (2009), Chesterton (2013), Once personas (2015), Francisco -un monólogo dramático (2017), El Infierno de Dante Alighieri (2020) y -en coautoría con su hermano Marcos Crotto- una crónica del cruce definitorio de la Copa Libertadores 2018, Final (2022).>>