Poesía mundo animal

[FRAGMENTO. Ensayo completo en las páginas 85 a 96 de Hablar de Poesía n° 38]

por Alejandro Crotto[1]

 

Se sabe: las ideas nacen dulces y envejecen feroces. Así, la luminosa intuición de privilegiar un enfoque procedimental para la literatura se fue transformando en la estrecha insensatez de equiparar el poema a una máquina. Muchos de esos manifiestos de hace cien años, que formatearon buena parte del siglo XX, están como atravesados por esa monomanía: el poema es una máquina y debe ser construido como tal. Para ejemplo cercano, este “membrete” de Girondo: “Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón”. Dejemos de lado lo de vender un salchichón (que tiene su interés, por cierto): la concepción funcionalista es lo que me importa destacar. En el otro polo –un polo más primitivo, pero también más nuevo después del interlunio mecanicista– está la idea de pensar el poema como un ser vivo. Más precisamente: como un animal.

 

            Ahora bien, ¿en qué sentido un poema puede ser un animal? Ted Hughes escribe:

 

Pienso en los poemas como un cierto tipo de animal. Tienen su vida propia, como los animales; es decir, parecen estar separados de cualquier persona, incluso de sus autores, no se les puede adherir ni arrancar nada sin mutilarlos o incluso matarlos. Poseen cierta sabiduría. Saben algo importante… algo que despierta nuestra curiosidad.

 

            Y agrega más adelante, en ese mismo ensayo que es sobre escribir poesía y que se llama “Capturar animales”:

 

¿Cómo puede un poema, por ejemplo, acerca de caminar bajo la lluvia, ser como un animal? Bueno, tal vez no se parece mucho a una jirafa, a un emú o a un pulpo o a nada que se pueda encontrar en un zoológico. Es mejor decir que es un ensamble de partes vivas movidas por un solo espíritu. Las partes vivas son las palabras, las imágenes, los ritmos. El espíritu es la vida que los habita cuando trabajan todas juntas. Es imposible decir cuál viene primero, si las partes o el espíritu.

 

            Esa imposibilidad sobre la que llama la atención Hughes está en el corazón de la pregunta clave: ¿qué son los animales? Un misterio, claro. Ya la misma palabra animal deja entrever el luminoso punto ciego: son materia animada y espíritu encarnado, individuos a la vez que especie. Y siempre en su presencia, antes que nada, la fascinación: están tan cerca y a la vez tan lejos de nosotros… Desde la fauna roja iluminada por el fuego en las antiguas cavernas hasta perdernos hoy en los ojos de un gato que nos mira. Escribe el mexicano Óscar de Pablo:

 

Perspectiva

En su caja de arena, nuestro gato,
nuestro gatito negro (que no mide
más de veinte centímetros),
me mira como el cielo
inmenso
miraría
al diminuto astrónomo
que intentara entenderlo.

 

[FRAGMENTO. Ensayo completo en las páginas 85 a 96 de Hablar de Poesía n° 38]

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Alejandro Crotto nació en Buenos Aires en 1978. Publicó los libros de poemas Abejas (2009), Chesterton (2013), Once personas (2015) y Francisco –un monólogo dramático (2017).>>