Advenimiento del jaguar

Alejandro Crotto[1]


Advenimiento del jaguar
 

Iba, con él, creciéndole la selva
porque no había un límite: la leche
caliente era la lluvia de la noche
filtrándose en la tierra. Y con el alba
era su pulso el que se abría terso
y latía encendiéndose en las hojas
que brillaban también como otros ojos.
Así imantado iba creciendo en fuerza
y gracia, ardía en él una feliz
potencia que lo hacía agazaparse
si se olía el venado y relamerse
mientras iba entregándose a la voz
que susurraba una dulzura oscura
y su reclamo lo arrastraba entero.

 

Francisco – El sermón de la hormiga

Amigos, Dios es raro.
Es tan grande
que es mínimo.

Él se alegra en el ojo de la libélula,
en los puntitos negros de los pétalos rojos,
en el quejido del pichón desplumado,
en la textura ciega de la larva en su boca.

Y va a los túneles temprano a despertar a las hormigas.

La llama a cada una por su nombre de hormiga.

Ellas salen entonces desde la tierra al alba,
a las gotas gigantes de rocío.

Y yo les aseguro que ninguna catedral es más grande que esta hormiga.

Esta hormiga que ahora se acicala
en la palma desnuda de mi mano.

Porque las catedrales las construyen los hombres, piedra a piedra;
pero a esta hormiga, Dios.

Ninguna catedral está más finamente trabajada.

Una estructura
fiera
y delicada
entretejida
con carbón
y azafrán;
la cabeza
maciza
toda
pulida
y cada
antena
es una
oscura
manera
de captar,
de ir
percibiendo
el mundo.
Abajo,
el ojo
un fijo
punto
santo:
negrísima
milésima
de vida
concentrada.

Gota absoluta.

Toda
su vida
está entregada.

Carga feliz
su pasto
como Cristo
su cruz.

 

[…Canción de invierno…]

Se nos dio enamorado para abrirnos su bien
¡y el amor no es amado!

Recostado en la paja de la humilde Belén, se nos dio
          enamorado. Después multiplicados
vino, peces y pan. Y el amor no es amado.

“Vean el trigo dorado: muere un grano y da cien
–predicó enamorado–. Y en ustedes sembrado
late vivo el Edén…”
Y el amor no es amado.

Desvelado en el huerto dio a su cáliz su amén.
Se nos dio enamorado.
Fue a la cruz sentenciado con rencor y desdén.
Y el amor no es amado

Escupido, azotado, con la espina en la sien, se nos dio
          enamorado. Mientras era clavado
pidió nuestro perdón,
y el amor no es amado.

Lavó nuestros pecados dándose de rehén: dándose
          enamorado.
Cuerpo y sangre donados para nuestro sostén,
y el amor no es amado.

Sopla helado ahora el viento
y mi canto también:
¡se nos dio enamorado
y el amor no es amado!

 

La virgen fecundada en los sauces
de hoy al mediodía

Todavía es invierno pero el sol
ablandaba las ramas sin hojas y su sangre
habrá sido un panal estremecido
diciendo a cada pulso sí.

Habrá ido sintiéndose habitada
por su sol más secreto que ahora hacía
casi visibles los primeros brotes
desde las ramas hacia el cielo.

Porque era toda cierta la rotura,
lo que se abría poderoso y vivo.

 

Francisco – El sol me seca la muerte

Quemé ramas y troncos.

Me mordieron las hormigas,
la espina de la acacia negra.

Un humo espeso crepitaba
y se perdía en el azul del cielo.

Después anduve un rato
hasta hundirme en el río.

Ahora me apaga el agua,
ahora el agua me lava todo el cansancio.

A todo mi cansancio se lo lleva la corriente.

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Alejandro Crotto (Buenos Aires, 1978) ha publicado Abejas (2009), Chesterton (2013) y Once personas (2015).>>