Otros Whitman

Nahuel Lardies y Alejandro Crotto

Si es verdad que la marca del genio es un estilo propio y reconocible, Walt Whitman es innegablemente un genio. Basta abrir al azar sus Hojas de hierba para encontrar en cualquier pasaje su inconfundible estilo. No se podrían atribuir estos versos, por ejemplo, a ningún otro:

 

Como Adán, temprano a la mañana,
saliendo de su rústico refugio, fresco, recién despierto,
mírenme mientras paso, escúchenme, acérquense; tóquenme, 
toquen mi cuerpo con las palmas de sus manos mientras paso,
no tengan miedo de mi cuerpo.
[1]

 

 

Ni estos otros, de la “Canción de mí mismo”:

 

Bueyes que están haciendo tintinear la cadena y el yugo
o descansan tranquilos a la sombra de los árboles,
¿qué es lo que expresan sus ojos?                                                                           
Me parece que más que todas las palabras que he leído en mi vida. [2]

 

Sentimos, sobre todo, una fuerza inmediata, la convicción de que lo esencial de un poema es su capacidad de expresar. A esta convicción romántica se suma en Whitman otra convicción, la democrática: la poesía no es un juego refinado ni requiere de saberes aristocráticos, es de todos y para todos, cualquiera puede crearla a partir de su propia certeza. De esas dos convicciones dan sobrada cuenta varias de las frases que Whitman dejó anotadas en sus cuadernos, o que registró Horace Traubel[3] :

 

Lo primero es la sinceridad–franqueza, apertura de mente. Eso para empezar: hablar directamente.

Sobre todas las cosas escribí a tu manera: no confíes en mi criterio, ni en el de nadie: solo en el tuyo. Seguí tus propias intuiciones en todo, sintiéndote seguro de que a fin de cuentas ninguna guía puede ser más fiel para conducirte a la verdad.

El problema con la mayoría de los poemas es que no son nada más que poemas, pura literatura, pura poesía, pero para nada humanos.

¿Al escribir escuchás los consejos que te dan sobre escribir? No lo hagas. Nada puede confundirte tanto como los consejos. Si alguien quiere tener alguna certeza sobre sí debe ante todo jurar que nunca escuchará los consejos de nadie.

 

Hasta acá lo que todos conocemos: el Whitman omnímodo, saludable, naturalmente expresivo. Una versión caricaturizada. Porque basta adentrarse un poco en su mundo para encontrar otros aspectos que contradicen esa imagen e insinúan un cuadro mucho más rico y complejo. Para empezar, por ejemplo, basta aventurarse un poco más allá de las frases que suelen citarse recurrentemente de esas conversaciones y anotaciones para encontrarnos a un Walt Whitman profundamente autoconsciente de su trabajo como escritor, de la importancia de la prueba y error hasta encontrar la retórica precisa:

 

Muchos me dicen: “Pareciera, Walt, que escribieras como si no te costara ningún esfuerzo”. Puede que parezca así, pero no es así en absoluto.

Todo gran trabajo es un trabajo cauto; sin esa atención nos transformamos en charlatanes. Las grandes cosas no se dicen ni se escriben solas.

Lo intento y lo intento y lo intento. Y lo intento de nuevo. Y después vuelvo a intentarlo si es necesario, hasta que estoy convencido del resultado.

El trabajo del poeta es tan profundo como el del astrónomo o el ingeniero, y su arte es también tan distante de lo obvio.

 

Y a poco de adentrarse en lo que rodea a los casi cuatrocientos poemas de la edición definitiva de su Hojas de hierba, aparecen otras facetas: por ejemplo, el hecho de que a los veintitrés años Walt Whitman había escrito poemas con metro y rima. Poemas como este:

 

Nuestra suerte futura

Este pecho que alterna así encendido
entre rayos de fe y de gris temor,
y en el que late un corazón que sabe
los íntimos matices del dolor. 

Esta extraña estructura en molde humano
do se busca grabar dicha infinita-
El pecho ansioso y la ardorosa forma
inevitablemente se marchitan.  

La tierra húmeda y fría va a cubrir
los labios y la cara miserable
¿Y dónde encontrará, oh Naturaleza,
mi mente al fin su casa perdurable? 

¿Vivirá acaso? El pensamiento es luz
y brilla hasta del cuerpo en la rendija.
Si la vida, su aceite, se consume
¿podría aun perdurar la llama fija? 

¡Oh, es impotente este pobre cerebro
para este hondo misterio develar!;
En la penumbra y el terror espera
la condena común, la de cesar.

*

¡Mortal! ¿Y puede tu alma apasionada
vivir así sabiendo que su vida
está centrada en la terrosa jaula
de lágrimas y lucha ya perdida? 

Pero el atribulado corazón
va a encontrar su morada permitida;
y su forma, por fin purificada,
se alzará en hermosura revestida. 

¡La llama parpadeante crecerá
en brillante y hermosa majestad,
radiante con la luz pura y cortante
de la mirada de la Eternidad! [4]

 

 

Se conservan 21 de estos poemas que escribió Whitman antes de ser Whitman. Por más pesados y fríos –a pesar de su grandilocuencia– que sean, tienen un valor indudable: el de permitirnos vislumbrar, por contraste, la fuerza y la novedad de la poesía posterior de Whitman. Nos permiten ver qué significaba la palabra “libre” en la fórmula “verso libre”. Nos permiten sentir cómo el verso libre verdaderamente liberaba, cómo fue una innovación que permitió una poesía mucho más directa. Nos permiten intuir que la importancia de una innovación formal radica en realizar una sensibilidad nueva. O, quizá, mejor: en permitirnos escuchar de nuevo la voz de siempre de la poesía.  

 

Algo de eso habrán sentido muchos de los poetas norteamericanos inmediatamente posteriores a Whitman, como puede leerse en las palabras finales de “Petit, el Poeta”, en la Spoon River Anthology de Edgard Lee Masters:

 

…Bosques, praderas, ríos, arroyos-
y yo sin verlos nunca toda mi vida.
Octavas, villanelas, sextinas y sonetos,
semillas en una vaina seca tictíc, tictíc,
tictíc, tictíc, tictíc, yambos irrelevantes,
mientras Homero y Whitman rugían en los pinos…[5]

 

Pero es justamente en la fuerza de esa novedad donde acechaba el mayor peligro para Whitman, lo que se convertiría en su mayor caricaturización: la de suponerlo simplemente un mero rugidor, un gran declamador, el predicador de tono robusto y largo aliento. El Whitman que nos quiere imponer Pound en su poema “A Pact”:

 

Hago un pacto con vos, Walt Whitman-
ya te odié suficiente.
Me acerco como un joven 
que tuvo un padre muy cabezadura;
pero ya tengo edad para reconciliarme.
Vos nos trajiste una madera nueva,
es hora de tallarla.
Tenemos una misma savia, una misma raíz-
que haya comercio entre nosotros.
[6]

 

El gesto es claro, Whitman vendría a ser el descubridor de algo importante, sí, pero rugoso, basto. El cabezadura (para decirlo de algún modo; pig-headed es todavía más fuerte) que encontró algo valioso pero que sigue en bruto, que debe ser mejorado, que Pound mismo, presumiblemente, podrá mejorar. Pero lo cierto es que Whitman es un poeta de una sensibilidad extraordinariamente delicada. Nada mejor que leer algunos de sus poemas breves para comprobarlo:

 

Estas son mis hojas más frágiles 

Estas son mis hojas más frágiles pero también más duraderas,
encubro en ellas mis pensamientos, no los hago explícitos,
pero me exponen más que todos mis otros poemas. [7]

 

Un cuadro rural

A través de la puerta abierta y amplia de un galpón tranquilo,
la pradera al sol y vacas y caballos pastando,
y la neblina en perspectiva, y en la distancia
el horizonte que se pierde. [8]

 

En el jardín del frente de una vieja granja

En el jardín del frente de una vieja granja, junto a la cerca blanca,
hay un arbusto grande de lilas con sus hojas en forma de corazón    
verde brillante, lleno de puntiagudos capullos delicados,
con el perfume firme que amo, cada hoja un milagro
Y de este arbusto con sus capullos delicadamente coloreados
y las hojas en forma de corazón verde brillante,
corto una rama con su flor. [9]

 

Mujeres hermosas

Las mujeres están sentadas o van y vienen, algunas viejas, otras jóvenes.
Son hermosas las jóvenes, pero son más hermosas las viejas que las jóvenes. [10]

 

Madre e hijo

Veo al hijo dormido acurrucado sobre el pecho de su madre.
Duermen la madre y el hijo; y yo en silencio los contemplo larga, largamente. [11]

  

A la vejez

Veo en vos el estuario que se ensancha y se derrama vertiéndose con calma en el inmenso océano. [12]

  

Ocaso 

Las suaves y opiáceas sombras voluptuosas,
el sol apenas ido, su ansiosa luz disuelta (y también yo dentro de poco: ido y disuelto)
neblina—nirvana—descanso y noche—olvido. [13]

 

Por su extensión y fuerza, muchas veces el conjunto de las Hojas de hierba se percibe en una primera impresión como una fuerza avasallante, no notamos mucho más que su fuerza, y esa fuerza es lo que queda inmediatamente asociado a Whitman en nuestro recuerdo. En el caso de sus poemas, como genialmente hace notar Borges, el bosque tapa al árbol. Detenerse en los poemas breves permite redescubrir una delicadeza que se pierde en la impresión inmediata de las Hojas de hierba y en la impresión general que nos deja su lectura. Los poemas breves, aparte de ser la captación lírica de un momento extraordinario, la configuración rítmica de una percepción que se articula a medida que se va desarrollando, son una distinción, un límite, una medida. Un pulso que afina nuestra capacidad de lectores y nos permite acercarnos renovados al contacto con la voz de Whitman.

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. As Adam early in the morning,/ Walking forth from the bower refresh’d with sleep,/ Behold me where I pass, hear my voice, approach,/ Touch me, touch the palm of your hand to my body as I pass,/ Be not afraid of my body. >>
  2. Oxen that rattle the yoke and chain or halt in the leafy shade, what is that you express in your eyes?/ It seems to me more than all the print I have read in my life>>
  3. Los libros fundamentales para indagar en estos aspectos de la obra de Whitman son: With Walt Whitman in Camden, de Horace Traubel; Walt Whitman´s Conversations, de Walter Teller (es una antología temática del libro de Traubel); Notes and Fragments, editado por Richard Bruke y Walt Whitman´s Workshop, editado por Clifton Joseph Furness. Existe en castellano una excelente antología de estos libros, seleccionada y traducida por Rafael Cárdenas para la editorial Pretextos en 2008: Habla Walt Whitman.>>
  4. Our Future Lot

    This breast which now alternate burns/ With flashing hope, and gloomy fear,/ Where beats a heart that knows the hue/ Which aching bosoms wear;// This curious frame of human mold,/ Where craving wants unceasing play—/ The troubled heart and wondrous form/ Must both alike decay.// The cold wet earth will close around/ Dull senseless limbs, and ashy face,/ But where, O Nature! where will be/ My mind’s abiding place?// Will it ev’n live? For though its light/ Must shine till from the body torn;/ Then, when the oil of life is spent,/ Still shall the taper burn?// O, powerless is this struggling brain/ To pierce the mighty mystery;/ In dark, uncertain awe it waits,/ The common doom—to die!// * // Mortal! and can thy swelling soul/ Live with the thought that all its life/ Is centered in this earthy cage/ Of care, and tears, and strife?// Not so; that sorrowing heart of thine/ Ere long will find a house of rest;/ Thy form, re-purified, shall rise,/ In robes of beauty drest// The flickering taper’s glow shall change/ To bright and starlike majesty,/ Radiant with pure and piercing light / From the Eternal’s eye!>>

  5. …Woodlands, meadows, streams and rivers/ Blind to all of it all my life long. / Triolets, villanelles, rondels, rondeaus, / Seeds in a dry pod, tick, tick, tick,/ Tick, tick, tick, what little iambics,/ While Homer and Whitman roared in the pines…>>
  6. A Pact // I make a pact with you, Walt Whitman -/ I have detested you long enough./ I come to you as a grown child/ Who has had a pig-headed father;/ I am old enough now to make friends./ It was you that broke the new wood,/ Now is a time for carving./ We have one sap and one root -/ Let there be commerce between us. >>
  7. Here the Frailest Leaves of Me// Here the frailest leaves of me, and yet my strongest-lasting:          / Here I shade and hide my thoughts—I myself do not expose them, /And yet they expose me more than all my other poems.>>
  8. Farm Picture // Through the ample open door of the peaceful country barn,/ A sun-lit pasture field, with cattle and horses feeding;/ And haze, and vista, and the far horizon, fading away.>>
  9. In the Dooryard Fronting an Old Farm-House // In the dooryard fronting an old farm-house near the white-wash’d palings,/ Stands the lilac-bush tall-growing with heart-shaped leaves of rich green,/ With many a pointed blossom rising delicate, with the perfume strong I love,/ With every leaf a miracle—and from this bush in the dooryard,/ With delicate-color’d blossoms and heart-shaped leaves of rich green,/ A sprig with its flower I break. >>
  10. Beautiful Women// Women sit, or move to and fro—some old, some young;/ The young are beautiful—but the old are more beautiful than the young.>>
  11. Mother and Babe// I see the sleeping babe, nestling the breast of its mother;/ The sleeping mother and babe—hush’d, I study them long and long.>>
  12. To Old Age // I see in you the estuary that enlarges and spreads itself grandly as it pours in the great Sea>>
  13. Twilight// The soft voluptuous opiate-shades,/ The sun just gone, the eager light dispelled—(I too will soon be gone, dispelled),/ A haze—nirvana—rest and night—oblivion.>>