Matar y morir

Matar y morir

Paz Busquet [1]


Corrida

De chicas jugábamos
con máquinas viejas de cosechar,
tocábamos las cuchillas sin filo,
los fierros viejos que ya no servían.

Una tarde, de a poco
las vacas rodearon nuestro juego.
Quedamos atrapadas entre sus frentes.
Nos miramos. Las dos teníamos remeras rojas.
¿Y si los colores fuertes enfurecen a las vacas?
Entonces decidimos sacarnos la ropa.

Nos pareció más seguro
atravesar el campo,
desnudas.

 

2 Km.

Una tarde hicimos 2 Km. de tierra al mediodía.
Nos cansamos y paramos a la sombra de un árbol.
Mi hermana me dijo: Si me muero antes que vos
quiero que me mires a la cara,
que me veas muerta.

 

El cinturón

Te sacaste el cinturón de cuero
recién comprado.

Dijiste: con esto me pegan
cuando me porto mal.

Lo hiciste sonar contra
la puerta abierta del baño.
Creí que no soportaría ese dolor.

No tuviste lástima
me abrazaste contra todas
las paredes.

Te besé de nuevo y dije:
Nunca me pegaron con un cinturón.

 

Tusar

Castigarme igual que al perro
que muerde gallinas.
Terminá con los gusanos que invaden
la pata que se rompió entre las púas.
Alzame como a un animal fácil
liviano, simple de robar.
Esta tarde soy un cordero para la esquila.
Llevame al baño, meté los dedos entre la lana
cortá la grela, el pedazo de pelo
los rulos de nena.
Deslizá las tijeras por mi cabeza,
voy a tocar con el cráneo el aire y la lluvia.

 

Fetos

A los recién nacidos se los mata
cuando no tienen dueño,
no puede haber tanto perro suelto,
muerto de hambre y cazador.
A Martín le ordenaron que mate
a los cachorros.
Los puso en un hueco en la tierra
usó un vidrio y tapó el pozo.
Vio a las crías asfixiarse
retorcerse hasta morir.
¿Quién eras niño?
¿Qué hacías?

 

Matan a una liebre

Así nomás el tajo
una apertura;
la liebre preñada.

Sacan de la piel rosa
crías latiendo
todavía calientes.

Es tan poco y son tantas…
¿Ves cómo les late el corazón?

 

A los 8

Desde que morís en todas las rutas
tus manos se abren en mi cuerpo
y crecen como el pelo en los hombres que deseo
o el musgo en la piedra húmeda.
La edad que compartimos nos deja
y cada orgasmo empieza porque acabamos
alguna vez de crecer juntas en la memoria
en las rodillas cuando me agacho para contarte
el mundo desde abajo donde están los pies
las plantas y la tierra a la que estamos prometidas.
El horizonte te acompaña, dormís.
Si no fuera necesario romperse para oler
las peras del verano, pero es cierto
me llevo mejor con los cambios que me hiciste.
Puedo volver sobre tu espalda
como si fuera una ruta.
La línea blanca que divide
las que van de las que vienen.
Vida y muerte, es tu corpiño
el que desabrocho en un solo tacto.
La línea blanca sobre tu espalda
el principio del suspenso.
Pero tengo tan poco, casi nada,
ocho años.

 

Voces

De chica escribía cartas a mis hermanas,
me hacía pasar por duendes.
Les dejaba fotos, regalos, historias.
Mentía por ellas, llegué a robar.
Nadie me había pedido nada,
y sin embargo… esperaba encontrar
los duendes que había inventado,
que las miles de cartas fueran ciertas.

No sé por qué busqué seres
que hicieran hablar a mis voces,
rincones donde esconder deseos
ajenos presentes todos en mí,
si para salvarme de la multiplicidad
o para no privar a mis hermanas
del poder de la correspondencia.

 

Y yo sin ritual

El chico nuevo, el flaquito
que preguntó dónde acomodar las cosas
el papel higiénico, la cuna rosa
las sábanas en cuotas de su bebé.
Llegó con la hija entre brazos
en la mano agarrada la de su mujer.
Recién papá, recién casado.
El mismo que se cayó pialando,
golpeó, rebotó todo el cráneo en el poste.
¿Te acordás o no del cabezón?
La frente violeta roja como la piel
de la liebre abierta por la bala
el pelo manchado con sangre, se pega
espesa y endurece el coágulo.
Tan joven y sin experiencia
no quiere perder la primera vez que
trabaja y la primera mujer,
el primer hijo primer moretón.
Una caída única chico nuevo.
Papá. Los colores de ese hematoma,
la cabeza en la almohada
el olor limpio de las sábanas blancas.
Y yo sin un ritual, sin religión.

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Paz Busquet (Buenos Aires, 1985) publicó sus primeros poemas en la antología Marisma I (2013). Los textos aquí reunidos pertenecen a su libro Crudas (2015).>>