Los vehículos de Macumba
Juan Dardón [1]
1
Nadie me dijo Juan
así
rota en el piso
viendo las ratas de los andenes
viéndonos solos
con el tiempo
lejos de las playas con bares.
Nadie me dijo que darle
con los puños dorados
a los alambres
era terrestre hasta las capas.
Ella encerró toda la vida
con sus titanes y sus bicéfalos
se oscureció la melena rubia
y hecha otoñal desabrochó sus pechos
para apedrear un fugitivo
me dijo Juan
y hacia atrás cayó
sobre las vías
matices de persianas
con una voz perversa de ciego
sonando en el fondo.
Me dijiste Peregrino
no te cases
huí por la ventana de las pesadillas
una ventana que da hacia abajo
hacia una napa de petróleo ojeroso
arremolinado por cuerpos deshechos de gatos y ramas caídas
hundite en la pesadilla hasta el Penacho
seguí al Poeta Rojo hasta su
sartén hirviente
rehogá con manteca
cebollas ajos ajíes y hongos
hacete una salsa espesa
y volcala sobre mí
comeme a mordiscos azules
amame como me amaste antes de irte
por el túnel de tu hartazgo
seguime por tu herida
perseguime
cazame
como no lo hiciste la noche de la rebeldía
y reíte de nosotros
te quedan segundos
Tengo una carta
de la mujer
que me dijo Juan fugate
y ya la quemé varias veces
siempre se recompone
como un tatuaje de animal en el hombro.
Debo condimentar el atardecer
con las hierbas mediterráneas
que envenenan e intensifican
las canciones de amores pastorales.
Pastoral fue el nombre de nuestro amor.
2
Valsesito negro
por qué mi amor de sueño
te llevaste al hijo mío
te llevaste al niño lejos.
Creció en la penumbra
tu boca en un sello.
Mascarones de polvo
callaron tus pechos.
Yo te iba a ayudar
con el secundario,
tus viejos lo iban a amar
como pan o cielo.
Valsesito negro,
por qué mi amor de sueño
los tordos muertos
no forman plegaria.
Me duelen las fotos
de plazas y parques,
las tengo aprendidas,
ya son mis paredes.
Si supieras, amor,
si el alcohol se apagara,
valsecito de tierra por él,
sin entierro ni cama.
Valsesito negro
por qué mi amor de sueño
al hijo segaste
alzando la muerte.
3
Si supieras el precio de los
verdores y las sonoridades.
Esta vida no puede matarme.
Crezco, aunque lo niegue.
Me salgo del molde de la piel
rompo cosas cercanas,
por ejemplo a vos.
Vos y yo somos cosas,
nuestra más alta dignidad
es ser cosa.
Cosa de resentimiento,
cosa de vibrato
cosa acondicionada para el odio
cosa-poema, cosa-perro,
cosa-tablero, cosa-lupa, cosa-linterna.
Somos cosas
y nos queremos por
debajo de los muebles.
Un sapo suele enamorarse
de una rata y cantarle.
El amor es tan bello,
este sudor, estas manchas,
estas substancias no gratas
son el amor, una anemia respiratoria,
un asma eléctrico, un falla en
la llegada de los comandos –el láser no llega.
Estoy abstracto, el amor
no existe, es una tragedia exterior,
estoy con vos cuando duermo
y es demasiado. Ya no más
Amores de estudiantes, no más
encastre de símbolos, no más nada.
Sólo juntarse a dormir. El sueño de las
cosas es sagrado.
Si supieras que me
matan las guitarras, vendrías.
Si entendieras de costras
y escarlatina lo mismo que mis
animales, escribirías más.
Sé lo que decís: hagamos rimar cosas.
Pero soy una armónica: ni ritmo ni rimo.
Puedo hacer vibrar las cosas en un
mismo dial. Vibrar, ese es el nuevo
verbo de la poesía y del amor.
4. Los demonios
Los demonios nos atacaron sobre la Cuesta-del-Agua.
Cada mujer imita menos las puertas,
(tomar notas)
después de tanto descender
a la trampa azul de la muerte
no puedo regresar sin un don
un anillo de plata envilecido por restos
de jabón y de cal.
Brochas para calear la casa, calear los frutales.
Son giros nada más, mujeres sin gesto de ventana
con su olor sucio de mujer, puertas nuevas caleadas.
No tengo tiempo para tus
cuerpos ahora, solo quiero otra vez
entrar en el pasillo donde duermen los gatos
pensar en tu patio sin mediasombra,
y pensar en las persianas tan distintas de tus pechos
primaverales, primiciales, calera nueva…
Solo una purificación: la de la cal.
Alcohol, marihuana, un sentimiento viejo a persianas verde-agua
Aguas verdes de gatos azules
Ambiguos gatos, inútiles sexos resentidos.
Los demonios nos atacaron sobre la Cuesta-del-Agua.
Los demonios nos atacaron sobre la Cuesta-del-Agua.
- Juan Dardón (Buenos Aires, 1988) ha escrito Dragones de luz y niebla (2008) y tradujo la Obra poética completa de René Daumal (2014).>>