Eugenio Montale: Poemas a Clizia

Nota preliminar y versiones de Ricardo H. Herrera

 

Una parte no menor, más bien esencial, del genio poético de Eugenio Montale está condensada en esta breve antología temática. El hilo conductor del conjunto es un amor, un amor singular que puso en cuestión el delirio de inmovilidad que definía a Arsenio, escéptico alter ego de Montale en sus iniciales Huesos de jibia. Al conmover los cimientos de ese escepticismo, el amor fecundó al poeta: amplió su horizonte vital e intelectual, profundizó su capacidad de entrega. Parejamente, al incorporar Montale a su imaginario tanto su propio delirio pasional como la belleza física y espiritual de la mujer, rebautizada con el nombre de Clizia–esa que, según el mito, fue metamorfoseada en girasol–, el esplendor poético de su estilo de madurez alcanzó su apogeo. Los corales, jades, zafiros y amatistas con que Clizia adornaba su persona se incrustan en el cuerpo de la poesía y hacen que las formas verbales adquieran la solidez y el brillo de esas piedras preciosas. Pero hay algo más: por encima del encantamiento sensual, hay mucha fe en esa mujer de fe, en constante lucha con su raigal escepticismo y el violento oscurantismo de su tiempo. También la clarividencia solar de “la inflexible mirada de cristal” de Clizia se transforma en una gema que arroja luz sobre la encrucijada de la época: la consolidación del fascismo y la guerra mundial en ciernes. No me parece exagerado afirmar que los poemas dedicados a Clizia en La tempestad y algo más se cuentan entre los más fascinantes de toda su obra, también entre los más difíciles de traducir. [1] Traducir a Montale es siempre un desafío, tanto por la complejidad de la línea semántica de sus poemas como por la profusión de rimas y aliteraciones que cimientan la línea melódica de su verso, pero afrontar la traducción del presente conjunto ha sido un desafío que ha tenido la ventaja suplementaria de permitirme acceder a su poesía de senectud; no a toda la selva selvaggia que se inicia con Satura, por cierto, pero sí a esos poemas en los que Montale torna a meditar sobre su antiguo amor. Provista de un aura menos brillante que la Clizia de Las ocasiones y de la Tempestad y algo más, la Clizia evocada en los Otros versos de senectud vuelve a darle vigor a su lírica, ya no con la elevación del canto, sino con la llaneza del diálogo. Incluso ante la muerte inminente, sitiado el poeta tanto por su alta edad como por un mundo que ha perdido todo su atractivo (“este gran basurero en que vivimos”), la fuerza evocativa de los datos convocados por la escritura –un poema de John Donne espulgado con fervor, un cruce de salidas ingeniosas, una vieja fotografía– continúa estimulando su pensamiento, incrementando las invenciones tonales de la imaginación auditiva, que conserva intacta hasta el fin su fuerza expresiva. Vida y literatura van de la mano en algunos poemas, lo cual no tiene nada de extraño si se sabe que Irma Brandeis –alias Clizia– fue una estudiosa de Dante (del “divino poema”, en especial) y, consecuentemente, perseverante lectora de la poesía metafísica de lengua inglesa. En “La primavera hitleriana”, acaso el mayor homenaje que el poeta les haya rendido a su musa y al mismo Dante, no sólo puede leerse en el epígrafe un verso atribuido al gran poeta florentino, en el cual Clizia es evocada en su condición mítica, sino también la transcripción literal en el poema de otra línea del mismo soneto, así como algunos endecasílabos de pura estirpe dantesca (que subrayo): “Mira a lo alto. / Es tu destino, Clizia, tú / que el no cambiado amor cambiada sirves, / hasta que el ciego sol que adentro llevas / se abandone en el Otro y se destruya / en Él, por todos…”. Del estrecho vínculo que Montale mantuvo con Irma Brandeis, bien puede decirse que corre paralelo al que ella mantuvo con la teología y la poesía metafísica. Para decirlo con palabras del poeta: “aquello no era amor, / era (…) / veneración”. Lo demuestran, entre otros, los poemas titulados “Siria” y “Encantamiento”, en los cuales Montale, retomando el motivo de la poesía entendida al modo dantesco –esto es: como escalera que conduce a Dios– sitúa a su interlocutora en el numinoso plano de la epifanía, haciendo de ella una presencia ultramundana, una “divinidad de incógnito”, próxima a la Diótima de Hölderlin y a la Beatriz de Dante.

 

De la tempestad y algo más (1940-1954)

  

Los aros

No queda ni una sombra de los vuelos
en el espejo oscuro. (Ni del tuyo una huella.)
Borró la esponja los inermes brillos
del óvalo dorado. Los corales,
tus piedras, el imperio dominante
que te arrebata: eso buscaba allí.
Huyo de la deidad que no se encarna y alzo
mi ansia hasta tu fulgor que la deslíe.
Zumban élitros fuera, zumba el loco exterminio;
no ignora que dos vidas no son nada.
Penetran en el óvalo las mórbidas
medusas de la noche. Desde el fondo
tu imagen vuelve: allí donde en tus lóbulos
trémulas manos prenden los corales.

 

Gli orecchini // Non serba ombra di voli il nerofumo / della spera. (E del tuo non è più traccia). / È passata la spugna che i barlumi / indifesi dal cerchio d’oro scaccia. / Le tue pietre, i coralli, il forte imperio / che ti rapisce vi cercavo; fuggo / l’iddia che non s’incarna, i desideri / porto fin che al tuo lampo non si struggono. / Ronzano èlitre fuori, ronza il folle / mortorio e sa che due vite non contano. / Nella cornice tornano le molli / meduse della sera. La tua impronta / verrà di giù: dove ai tuoi lobi squallide / mani, travolte, fermano i coralli.

 

 

[No apartes con tus manos el flequillo]

No apartes con tus manos el flequillo
que te cubre la frente juvenil,
no debes apartarlo. Él también habla
de ti, en mi camino es todo el cielo,
la sola lumbre junto con los jades
que ciñen tus muñecas, el tumulto
del sueño es la cortina que distiende
tus indultos, el ala que te lleva
transmigrando, ilesa Artemis,
entre combates de nacidos-muertos;
y si ahora aéreo vello en ese fondo
florece, tú lo irisas descendiendo súbita,
y nerviosa tu frente con el alba
se confunde, la oculta.

 

La frangia dei capelli che ti vela / la fronte puerile, tu distrarla / con la mano non devi. Anch´essa parla / di te, sulla mia strada è tutto il cielo, la sola luce con le giade ch´ai / accerchiate sul polso, nel tumulto / tuoi distendono, l´ala onde tu vai, / trasmigratrice Artemide ed illesa, / tra le guerre dei nati-morti; e s´ora / d´aeree lanugini s´infiora / quel fondo, a marezzarlo sei tu, scesa / d´un balzo, e irrequieta la tua fronte / si confonde con l´alba, la nasconde.

 

Hacia Finistère

Tras un bramar de ciervos en la lluvia
se atenuaron tus cejas en Armor
con la primera oscuridad, y luego
se infiltraron al brillo donde giran
ruedas de bicicletas, husos, bengalas, flecos
de árboles deshojados. Tal vez no hay otra prueba
de que Dios me ve, y que tus pupilas
de aguamarina contemplan por él.

 

Verso Finistère // Col bramire dei cervi nella piova / d´Armor l´arco del tuo ciglio s´è spento / al primo buio per filtrare poi / sull´intonaco albale dove prillano ruoti di cicli, fusi, razzi, frange / d´alberi scossi. Forse non ho altra prova / che Dio mi vede e che le tue pupille / d´acquamarina guardano per lui.

  

Siria

La poesía, decían los antiguos,
es escalera que conduce a Dios.
Tal vez no sea así cuando me lees,
pero lo supe el día en que por ti
recuperé la voz, abierto
a una grey de nubes y de cabras
que irrumpió sobre un risco a roer las babas
de espinillos y zarzas, se fundían
los rostros demacrados del sol y de la luna,
el motor no arrancaba y una flecha
de sangre en una piedra señalaba
el camino hacia Alepo.

 

Siria // Dicevano gli antichi che la poesia / è scala a Dio. Forse non è così / se mi leggi. Ma il giorno io lo seppi / che ritrovai per te la voce, sciolto / in un gregge di nuvoli e di capre / dirompenti da un greppo a brucar bave / di pruno e di falasco, e i volti scarni / della luna e del sole si fondevano, / il motore era guasto ed una freccia / di sangue su un macigno segnalava / la via di Aleppo. 

 

Encantamiento

Oh persevera retraída y libre
en las islas de tu pensar y el mío,
en la llama ligera que te envuelve
y que ignoré hasta antes
de encontrarme con Diótima,
¡esa que tanto se te asemejaba!
Allí vibra más fuerte la amorosa cigarra
sobre el cerezo de tu jardín.
Se decolora el mundo en torno; ardiente,
en la lava que lleva a Galilea
a tu profano amor, esperas la hora
de descubrir el velo con que un día
te prometiste a Dios.

 

Incantesimo // Oh resta chiusa e libera nell’isole / del tuo pensiero e del mio, / nella fiamma leggera che t’avvolge / e che non seppi prima / d’incontrare Diotima, / colei che tanto ti rassomigliava! / In lei vibra più forte l’amorosa cicala / sul ciliegio del tuo giardino. / Intorno il mondo stinge; incandescente, / nella lava che porta in Galilea / il tuo amore profano, attendi l’ora / di scoprire quel velo che t’ha un giorno / fidanzata al tuo Dio.

 

En el invernáculo

Se colmó de pisadas
de topos el limonar;
cauto el rocío en la hoz
comenzó a titilar: 

Un lunar, un bichito
relumbró en los membrillos;
oí encabritarse el potrillo;
y después, triunfó el sueño. 

Raptado, sin peso, era alzado
hasta ti; tu forma era mi
hálito secreto; tu rostro
fundíase en el mío, y el oscuro 

pensamiento de Dios
bajaba hasta los dos, entre sones
celestiales e infantiles tambores
y globos colgados de rayos, 

hasta mí, hasta ti, hasta los limones…

 

Nella serra // S’empì d’uno zampettìo / di talpe la limonaia, / brillò in un rosario di caute / gocce la falce fienaia. // S’accese sui pomi cotogni / un punto, una cocciniglia, / si udì inalberarsi alla striglia / il poney —e poi vinse il sogno. // Rapito e leggero ero intriso / di te, la tua forma era el mio / respiro nascosto, il tuo viso / nel mio si fondeva, e l’oscuro / pensiero di Dio discendeva / sui pochi viventi, tra suoni / celesti e infantili tamburi / e globi sospesi di fulmini // su me, su te, sui limoni…

 

El huerto

Yo no sé, mensajera
que vienes, predilecta
de mi Dios (o del tuyo quizá), si en la clausura
de los manzanos donde se lamentan
reyezuelos pichones, extenuantes de noche,
yo no sé si en el huerto
donde llueven bellotas y más allá del muro
límpidas se deshacen las guirnaldas
de carpes que señalan
el confín espumoso del oleaje, una vela
entre aros de escollos
sumergidos u oscuros o más claros
que la primera estrella que aparece – 

yo no sé si tu pie
sosegado, la ciega pesadilla
donde me abro a la muerte desde el día
en que te vi, yo no sé si tu paso
que hace latir las venas si se acerca a este sitio,
es el mismo que me alcanzó un verano
antes de que una ráfaga
rasante contra el pico alto del Mesco
destrozara mi espejo, – 

yo no sé si la mano que me toca la espalda
sigue siendo la misma que una vez
en la celesta respondía a la queja
de otros nidos, de una espesura ahora calcinada. 

La hora de la tortura y los lamentos
que cayó sobre el mundo,
la hora que leías clara como en un libro,
fijando tu inflexible mirada de cristal
allí donde los cortinajes acres
por el hollín se alzaban sobre rayos
de talleres que ocultos a la vista
realizaban la obra de Vulcano,
el día de la Ira que al perjuro
tantas veces le anunciara el gallo,
no logró desunirte, ánima indivisible,
del suplicio inhumano, no te fundió
al rencor, corazón de amatista. 

Oh labios mudos, áridos
tras el viaje extenuante por el sendero de aire
que os sostuvo, oh miembros que distingo
apenas de los míos, oh dedos que mitigan
la sed del moribundo e inflaman a los vivos,
oh intento que creaste fuera de tu medida las esferas
del cuadrante solar y que te expandes
en tiempo de hombre y en espacio de hombre,
en furias de demonios encarnados,
en frentes de ángeles que caen del vuelo… Si fuese otra
la fuerza que guía el disco ya grabado,
por cierto tu destino unido al mío
mostraría un surco solo.

 

L´orto // Io non so, messaggera / che scendi, prediletta / del mio Dio (del tuo forse), se nel chiuso / dei meli lazzeruoli ovi si lagnano / i luì nidaci, / estenuante a sera, / io non so se nell´orto / dove le ghiande piovono e oltre il muro / si sfioccano, aerine, le ghirlande / dei carpini che accennano / lo spumoso confine dei marosi, una vela / tra corone di scogli / sommersi e nerocupi o più lucenti / della prima stella che trapela – // io non so se il tuo piede / attuito, il cieco incubo onde cresco / alla morte dal giorno che ti vidi, / io non so se il tuo passo che fa pulsar le vene / se s´avvicina in questo intrico, / è quelle che mi colse un´altra estate / prima che una folata / radente contro il picco del Mesco / infrangesse il mio specchio, – // io non so se la mano che mi sfiora la spalla / è la stessa che un tempo / sulla celesta rispondeva a gemiti / d´altri nidi, da un fólto ormai bruciato. // L´ora della tortura e dei lamenti / che s´abbaté sul mondo, / l´ora che tu leggevi chiara como in un libro / figgendo il duro sguardo di cristallo / bene in fondo, là dove acri tendine / di fuliggine alzandosi su lampi / di officine celavano alla vista / l´opera di Vulcano, / il dì dell´ira che più volte il gallo / annunciò agli spergiuri, / non ti divise, anima indivisa, / dal supplizio inumano, no ti fuse / nella caldana, cuore d´amatista. // O labbri muti, aridi dal lungo / viaggio per il sentiero fatto d´aria / che vi sostenne, o membra che distinguo / a stento dalle mie, o diti che smorzano / la sete dei morenti e i vivi infocano, / o intento che hai creato fuor della tua misura / le sfere del quadrante e che ti espandi / in tempo d´uomo, in spazio d´uomo, in furie / di dèmoni incarnati, in fronti d´angiole / precipitate a volo… Se la forza / che guida il disco di già inciso fosse / un´altra, certo in tuo destino al mio / congiunto mostrerebbe un solco solo.

 

La primavera hitleriana 

                        Né quella ch´a veder lo sol si gira…
                        DANTE (?) a Giovanni Quirini

Densa la nube blanca de falenas frenéticas
se arremolina en torno de los faroles pálidos,
tiende en el suelo una colcha que cruje
como azúcar debajo de los pies; el verano inminente libera
ahora el hielo nocturno que cabía
en las venas secretas de la muerta estación,
en los huertos que desde Maiano descienden a estos bajos. 

Recién pasó volando por la calle un heraldo infernal
entre una aclamación de delincuentes, una fosa orquestal iluminada
y adornada con cruces gamadas lo engulló,
se han apagado las vidrieras, pobres
e inofensivas, aunque también ellas
armadas con cañones y juguetes de guerra,
puso la tranca el matarife que adornaba
con bayas los hocicos de los cabritos muertos,
la fiesta de los mansos carniceros que aún ignoran la sangre
se transformó en una obscena danza de alas rotas,
de larvas en bajíos, en tanto el agua sigue erosionando
las orillas; ya nadie está sin culpa.

¿Todo por nada, pues? – y las candelas
romanas, en San Juan, que emblanquecían lentas
el cielo, y las promesas y los largos adioses
fuertes como un bautismo en la lúgubre espera de la horda
(pero rayó una gema los aires instilando
en los hielos y orillas de tus playas
los ángeles de Tobías, los siete, la siembra
del porvenir) y heliotropos nacidos
de tus manos – todo ardido y sorbido
por un polen que chilla como el fuego
y punza cual ventisca…
                                       ¡Oh lastimada
primavera; y sin embargo, fiesta si congela
esta muerte con muerte! Mira a lo alto.
Es tu destino, Clizia, tú
que el no cambiado amor cambiada sirves,
hasta que el ciego sol que adentro llevas
se abandone en el Otro y se destruya
en Él, por todos. Acaso las sirenas, las campanas
que esta noche saludan a los monstruos
en su aquelarre, se confunden ya
con el sonido que del cielo desciende, vence –
con el hálito de un amanecer
que mañana despunte para todos, blanco y sin alas
de espanto, en los ardientes pedregales del sur…

 

La primavera hitleriana // Né quella ch´a veder lo sol si gira… / DANTE (?) a Giovanni Quirini // Folta la nuvola bianca delle falene impazzite / turbina intorno agli scialbi fanali e sulle spallette, / stende a terra una coltre su cui scricchia / come su zucchero il piede; l´estate imminente sprigiona / ora il gelo notturno che capiva / nelle cave segrete della stagione morta, / negli orti che da Maiano scavalcano a questi renai. // Da poco sul corso è passato a volo un messo infernale / tra un alalà di scherani, un golfo mistico acceso / e pavesato da croci a uncino l´ha preso e inghiottito, / si sono chiuse le vetrine, povere / e inoffensive benché armate anch´esse / di cannoni e giocattoli di guerra, / ha sprangato il beccaio che infiorava / di bacche il muso dei capretti uccisi, / la sagra de miti carnefici che ancora ignorano il sangue / s´e tramutata in un sozzo trescone d´ali schiantate, / di larve sulle golene, e l´aqua séguita a rodere / le sponde e più nessuno è incolpevole. // Tutto per nulla, dunque? – e le candele / romane, a San Giovanni, che sbiancavano lente / l´orizzonte, ed i pegni e lunghi adii / forti come un battesimo nella lugubre attesa / dell´orda (ma una gemma rigò l´aria stillando / sui ghiacci e le riviere dei tuoi lidi / gli angeli di Tobia, i sette, la semina / dell´avvenire) e gli eliotropi nati / dalle tue mani – tutto arso e succhiato / da un polline che stride como il fuoco / e ha punte di sinibbio… // Oh la piagata / primavera è pur festa se raggela / in morte questa morte! Guarda ancora / in alto. Clizia, è la tua sorte, tu / che il non mutato amor mutata serbi, / fino a che il cieco sole che in te porti / si abbacini nell´Altro e si distrugga / in Lui, per tutti. Forse le sirene, i rintocchi / che salutano i mostri nella sera / della loro tregenda, si confondono già / col suono che slegato dal cielo, scende, vince – / col respiro di un´alba che domani per tutti / si riaffacci, bianca ma sens´ali / di raccapriccio, ai greti arsi del sud…

  

[La sombra del magnolio japonés]

La sombra del magnolio japonés
ralea ahora que las flores lívidas
han caído. Intermitente vibra
una cigarra arriba. Se acabó
el tiempo del unísono vocal,
Clizia, el tiempo del numen infinito
que devora y desangra a sus creyentes.
Consumirse era fácil, sucumbir
al primer aleteo, al primer choque
con el opuesto, un juego. Ahora empieza
el camino más duro: pero no para ti
por el sol agostada y enraizada,
y sin embargo blanda, ave que sobrevuelas
las riberas heladas de tu río;
no para ti, frágil fugitiva cuyo cénit
y nadir, cáncer y capricornio, indistintos
quedaron para que la guerra
se hiciera en ti y en quien adora
en ti las llagas de tu Esposo, vence
el tiritar del hielo… Los otros retroceden
y se rinden. La lima que sutil
trabaja callará, la hueca cáscara
de quien cantaba pronto será polvo
de vidrio bajo el pie, la sombra es lívida;
es el otoño, es el invierno, es el más allá del cielo
lo que te guía: allí me arrojo, róbalo
brincando en seco al novilunio.
                                                    Adiós.

 

L´ombra della magnolia giapponese / si sfoltisce or che i bocci paonazzi / sono caduti. Vibra intermittente / in vetta una cicala. Non è più / il tempo dell´unisono vocale, / Clizia, il tempo del nume illimitato / che divora e rinsangua i suoi fedeli. / Spendersi era più facile, morire / al primo batter d´ale, al primo incontro / con nemico, un trastullo. / Comincia ora / la via più dura: ma non te consunta / dal sole e radicata, e pure morbida / cesena che sorvoli alta le fredde / banchine del tuo fiume, – non te fragile / fuggitiva cui zenit nadir cancro / capricornio rimasero indistinti / perché la guerra fosse in te e in chi adora / su te le stimme del tuo Sposo, flette / il brivido del gelo… Gli altri arretrano / e piegano. La lima che sottile / incide tacerà, la vuota scorza / di chi cantava sarà presto polvere / di vetro sotto i piedi, l´ombra è lívida, – / è l´autunno, è l´inverno, è l´oltrecielo / che ti conduce e in cui mi getto, cèfalo / saltato in secco al novilunio. / Addio.

 

 

De otros versos (1972-1980)

 

[Tengo tanta fe en ti]

                                               A C.

 

Tengo tanta fe en ti
que durará
(es la imbecilidad que un día te dije)
hasta que un rayo ultramundano queme
este gran basurero en que vivimos.
Nos reencontraremos en no sé qué punto
si tiene algún sentido decir punto adonde no hay espacio
para hablar sobre algún verso controvertido
del divino poema. 

Sé que tras lo visible y lo tangible
no hay vida posible, aunque la ultravida
tal vez sea la otra cara de la muerte
que enclaustrada llevamos adentro de nosotros
durante años y años. 

Tengo tanta fe en mí
que volviste a encenderla sin querer,
sin saberlo, porque en cada fragmento
de la vida de aquí hay un enigma
del que nada sabemos
y tal vez aguardaba de nosotros
–extraviados e ineptos– un sentido. 

Tanta fe que me quema; quien me vea
dirá que soy un hombre de ceniza
sin percibir mi nuevo nacimiento.

 

A C. // Ho tanta fede in te / che durerà / (è la sciocchezza che ti dissi un giorno) / finché un lampo d´oltremondo distrugga / quell´immenso cascame in cui viviamo. / Ci troveremo allora in non so che punto / se ha un senso dire punto dove non è spazio / a discutere qualche verso controverso / del divino poema. // So che oltre il visibile e il tangibile / non è vita possibile ma l´oltrevita / è forse l´altra faccia della morte / che portammo rinchiussa in noi per anni e anni. // Ho tanta fede in me / e l´hai riaccesa tu senza volerlo / senza saperlo perché in ogni rottame / della vita de qui è un trrabocchetto / di cui nulla sappiamo ed era forse / in attesa de nos spersi e incapaci / di dargli un senso. // Ho tanta fede che mi brucia; certo / chi mi vedrà dirà è un uomo di cenere / senz´accorgersi ch´era una rinascita.

 

Clizia dice

Si bien ha transcurrido medio siglo
podremos fácilmente reencontrar
el ventanal adonde durante horas
espulgamos al cura de las pulgas.
En el techo trinaba un ruiseñor,
aunque sin éxito. En cuanto a la jerga
de las fiestas del pueblo, o a esa otra
de comedias o farsas, sólo vive
en los usos orales; si un maestro
del habla humilde, y aun de la broncínea de la patrística,
como otrora estuviese con nosotros
todo sería más fácil. Pero ¿adónde
estará ese día y dónde nosotros?
Si existe un cielo y en él muchas lenguas,
su renombre de intérprete
ascendería a más círculos y el puzzle
sería aún peor que el de este infierno nuestro de sordomudos.

 

Clizia dice // Sebbene mezzo secolo sia scorso / potremo facilmente ritrovare / il bovindo nel quale si stette ore / spulciando il monsignore delle pulci. / Sul tetto un usignolo si sgolava / ma non ebbe successo. Quanto al gergo / delle sagre del popolo o a quello / delle commedie o farse vive solo / in tradizioni orali, se con noi fosse / come un giorno un maestro del sermone umile / nonché del bronzeo della patrologia, / tutto sarebbe facile. Ma dove / sarà quel giorno e dove noi? / Se esiste un cielo e in esso molte lingue, / la sua fama d´interprete salirebbe / in altri cerchi ancora e il puzzle sarebbe / peggiore che all´inferno de noi sordomuti.

  

Clizia en el ´34

Siempre tendida
sobre la chaise longue
de la veranda
que daba al jardín,
con un libro en la mano, acaso entonces ya
vidas de santos pocos conocidos
y poetas barrocos sin renombre;
aquello no era amor,
era como hoy y siempre
veneración.

 

Clizia nel ´34 // Sempre allungata / sulla chaise longue / della veranda / che dava sul giardino, / un libro in mano forse già da allora / vite di santi semisconociuti / e poeti barocchi di scarsa reputazione / non era amore quello / era como oggi e sempre / venerazione.

  

Previsiones

Nos refugiamos en el jardín (colgante, si no me equivoco)
para ponernos al reparo de los bolazos
eróticos de un pensionista recién llegado,
mientras hablabas de las mujeres de los poetas
hechas para embutir ilegibles cármenes.
Así sucederá conmigo, agregaste con la mirada perdida.
Quedé perplejo. Luego dije: olvidas
que los balines ignoran quién los usa
e ignoran el blanco.
                                Pero no estamos,
dijo C., en un parque de diversiones. Además no creo
que tengas en tu equipaje armas de fuego.

 

Previsioni // Ci rifugiammo nel giardino (pensile se non sbaglio) / per metterci al riparo dalle fanfaluche / erotiche di un pensionante di fresco arrivo / e tu parlavi delle donne dei poeti / fatte per imbottire illeggibili carmi. / Così sarà di me aggiungesti di sottecchi. / Restai di sasso. Poi dissi dimentichi / che la pallottola ignora chi la spara / e ignora il suo bersaglio. / Ma non siamo / disse C. ai baracconi. E poi non credo / che tu abbia armi da fuoco nel tuo bagaglio.

 

En el ´38

Estábamos con pocos amigos
después del Palio
y nos detuvimos a sacar
las fotos habituales.
Tengo una todavía, amarillenta,
casi destrozada,
pero está tu increíble rostro
maravilloso.
Fue en el ´38. 

Más tarde dijeron
que te inclinabas hacia “la izquierda”
pero la noticia no me sorprendió
porque sabía que el Ser
no tiene opiniones o tiene muchas
según su antojo
y quien no puede seguirlas
es perseguido.
Fue en el ´38.

 

Nel ´38 // Si era con pochi amici / nel Dopopalio / e ci fermammo per scattare / le foto d´uso. / Ne ho ancora una, giallo sudicia, / quasi in pezzi, / ma c´è il tuo volto incredibile, / meraviglioso. / Si era nel ´38. // Più tardi dissero / che bordeggiavi “a sinistra” / ma la notizia non mi sorprese / perché sapevo che l´Essere / non ha opinioni o ne ha molte / a seconda nel suo capriccio / e chi non può seguirle / ne è inseguito. / Si era nel ´38.

  

Cuarteto

En una instantánea amarillenta
de cuarenta años atrás
reencontrada del fondo de un cajón
tu rostro severo en su dulzura
y al lado tu siervo; detrás Sbarbaro
biólogo y poeta – y Elena Vivante
señora de todos nosotros: aquí reunidos para ver
cuatro rocines azotados hasta sangrar
en una plaza-concha
frente a una multitud enfurecida.
¿Y el tiempo? Dije cuarenta años y acaso cero.
No creo en el tiempo, en el big bang, en nada
que mida los eventos en un antes y un después.
Supongo que a alguien, a algo le convenga
el atributo de existente. Ese día eras tú.
Pero ¿por cuánto y cómo? He aquí que reaparece
la execrable noción del tiempo.

 

Quartetto / In una istantanea ingiallita / di quarant´anni fa / ripescata dal fondo de un cassetto / il tuo volto severo nella sua dolcezza / e il tuo servo d´accanto; e dietro Sbarbaro / briologo e poeta – ed Elena Vivante / signora di noi tutti: qui giunti per vedere / quatro ronzini frustati a sangue / in una piazza-conchiglia / davanti a una folla inferocita. / E il tempo? Quarant´anni ho detto e forse zero. / Non credo al tempo, al big bang, a nulla / che misuri gli eventi in un prima e in un dopo. / Suppongo che a qualcuno, a qualcosa convenga / l´attributo di essente. In quel giorno eri tu. / Ma per quanto, ma come? Ed ecco che rispunta / la nozione esecrabile del tempo.

 

Credo

1944

Tal vez por un error en la ley
del contrapaso
era posible que un estornudo en via Varchi 6, Florencia,
pudiese llegar hasta Bard College N. J.
¿Era el Amor? No ese que ha poblado
con un horrendo shock el cielo de estrellas y planetas.
No es tal la fuerza del dios con barba y cabellos
que fue destronado por los socios del Rotary Club,
aunque digno de sobrevivir a sus maquinaciones.
Creo verdadero el milagro de que entre la vida y la muerte
exista un tercer status que nos contó entre los suyos.
Que un dios (pero con barba) te proteja
divina mía. Y el resto, las patrañas
de las que estamos atiborrados,
es menos que nada.

 

Credo // Forse per qualche sgarro nella legge / del contrapasso / era possibile che uno sternuto in via Varche 6 Firenze / potesse gingere fino a Bard College N. J. / Era l´Amore? Non quello che ha popolato / con un orrendo choc il cielo di stelle e pianeti. / Non tale la forza del dio con barba e capelli / che fu detronizzato dai soci del Rotary Club / ma degno di sobravvivere alle loro cabale. / Credo vero il miracolo che tra la vita e la morte / esista un terzo status che ci trovò tra i suoi. / Che un dio (ma con la barba) ti protegga / mia divina. Ed il resto, le fandonie / di cui siamo imbottiti sono meno / che nulla.

  

[Puesto que huye la vida]

Puesto que huye la vida
y quien pretende hacer que vuelva atrás
se mete en el ovillo primigenio,
¿adónde esconderemos –si intentamos
sobrevivir con meros rudimentos–
esos objetos que nos parecieron
la parte no mortal de nuestro ser?
Había una vez un anaquel pequeño
que viajaba con Clizia, un receptáculo
de Santos Padres y dudosos líricos
que acaso tenga el don de navegar
encima de la cresta de las olas
cuando el diluvio haya cubierto todo.
Si no de mí, al menos una migaja tuya
debería salvarse del olvido. 

¿Y de mí? La esperanza es que se pierda
lo visible y el tiempo que le dio
la incierta prueba de que esta voz Es
(una E mayúscula, la única letra
del alfabeto que torna posible
–o al menos presumible– la existencia).
Después (usualmente llevaste
unas lentes ahumadas, destituidas
del todo con las pulgas de John Donne)
la zambullida última; prepárate.
Fuimos felices una vez, una hora, un instante,
¿podrá ser destruido aquello?
Hay quien dice que todo recomienza
igual, como una copia; no lo creo
ni como augurio. Y tú, ¿lo has creído?
En Cumas no hay sibila que lo sepa.
Y si la hubiese, quién sería tan tonto
como para prestarle oídos.

 

Poichè la vita fugge / e chi tenta di ricacciarla indietro / rientra nel gomitolo primigenio, / dove potremo occultare, se tentiamo / con rudimenti o peggio di sopravvivere, / gli oggetti che ci parvero / non peritura parte de noi stessi? / C´era una volta un piccolo scaffale / che viaggiava con Clizia, un ricettacolo / di Santi Padri y di poeti equivoci che forse / avesse la virtù di galleggiare / sulla cresta delle onde / quando il diluvio avrà sommerso tutto. / Se non di me almeno qualche briciola / di te dovrebbe vincere l´oblio. // E di me? La speranza è che sia disperso / il visibile e il tempo che gli ha dato / la dubbia prova che questa voce È / (una E maiuscola, la sola lettera / dell´alfabeto che rende possibile / o almeno ipotizzabile l´esistenza). / Poi (sovente hai portato / occhiali affumicati e li hai dimessi / del tutto con le pulci di John Donne) / preparati al gran tuffo. / Fummo felici un giorno, un´ora un attimo / e questo potrà essere distrutto? / C´è chi dice che tutto ricomincia / eguale come copia ma non lo credo / neppure como augurio. L´hai creduto / anche tu? Non esiste a Cuma una sibilla / che lo sappia. E se fosse, nessuno / sarebbe cosi sciocco da darle ascolto.

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Para una exposición detallada de esas dificultades, puede leerse mi ensayo “Una aproximación a dos poemas de Montale”, en A los antiguos lobos de las musas, Alción, Córdoba 2013, pp. 151-166.>>