Hugo Williams: Con el pasado por delante

Hugo Williams: Con el pasado por delante
Nota preliminar y versiones de Eleonora González Capria

 

Hugo Williams ya había publicado siete libros cuando en 2000 ganó el premio T. S. Eliot por Billy’s Rain (1999), su colección de poemas, y no la única, sobre una larga relación extramatrimonial. Si es que es posible tejer alguna relación entre el poeta que da nombre al premio y el que lo recibe (además de ciertos versos de Symptoms of Loss: “…Outside, the fog/ Is curling round the sodium lamp”), ya no quedan rastros de ese vínculo hipotético en el año de la premiación.

Symptoms of Loss, el primer poemario de Williams, salió a la luz en 1965, aún en el curso de las polémicas sobre una nueva poesía inglesa que habían ubicado al Modernismo y al Neo-Romanticismo en el ojo de la tormenta -presuntas encarnaciones de la transición al totalitarismo y del discurso irracional, los fantasmas de la guerra-. El “Make it New” de Ezra Pound era ya demasiado viejo, una razón para inventarlo todo de nuevo, y mientras Gran Bretaña salía de la Segunda Guerra Mundial y entraba en la Guerra Fría, la poesía del Movimiento (bautizado así en 1954 por Jay D. Scott) se proponía regresar a la literatura nativa y abandonar la política. Robert Conquest, el antólogo del Movimiento, sintetizaba la aspiración de estilo, tema y forma: un lenguaje comprensible y una estructura racional, una voz controlada sobre los asuntos cotidianos, pequeños poemas contra la Gran Guerra [1] .

Hugo Williams afirma haber definido su vocación cuando, en la biblioteca de su escuela, dio con un ejemplar de New Lines (1956), la primera antología del Movimiento, y particularmente con el poema “Elvis Presley” de Thom Gunn [2] . Cuando se editó New Lines 2, en 1963, Williams ya era parte de los compilados, el escritor más joven de la selección, y los cuatro poemas allí recogidos formarían parte de Symptoms of Loss. De todos modos, en este marco general de la poesía de posguerra que se proclamaba inglesa, hay otras cosas por observar retrospectivamente en la primera obra de Williams: publicada a sus 23 años es, paradójicamente, la más distante y contenida, y el yo que se construye a lo largo de las páginas es el del observador que aborda el mundo a través de cierta abstracción y tipificación (como en “The Cripple”, “The Hustler”, “The Veteran”, “The Coalman” y muchos otros). Las formas más tradicionales todavía lo ocupan y el encabalgamiento aparece como un recurso útil, productivo para que la línea coloquial se ajuste a las exigencias del metro o la rima. En Symptoms of Loss no hay lugar para la proliferación de los nombres propios, y los temas que luego se convertirán en el corazón de la producción de Williams están velados, presentados como algo externo, impropio, ya sea la figura omnipresente del padre en “The Actor” o los problemas matrimoniales en “The Butcher”.

A Symptoms… le sucedieron los libros Sugar Daddy (1970), Some Sweet Day (1975) y Love-Life (1979), mientras Williams comenzó a escribir para la revista The Review de Ian Hamilton; en ese arco temporal se aproximó y se alejó de la poética imagista que el editor proponía, creó una voz cada vez menos distanciada de su objeto, escribió versos que se acercaban más a la prosa. La inflexión definitiva llegó en 1985. La vida entró sin velos a la poesía de Williams, pretendidamente claro está, con Writing Home (1985). En “Tipping my Chair”, el yo lírico se pregunta, al recordar a su padre: “I wonder how to go about his life. / Put everything in? The bankruptcy? The hell? (…) Or again: leave everything out?…”. [“Y me pregunto qué hacer con su vida. / ¿Contarlo todo, la quiebra, el infierno? (…)  O de vuelta: ¿dejarlo todo afuera?…”]. La decisión, lo confirma cada libro que le siguió hasta la fecha, fue contarlo absolutamente todo, con detalles, una y otra vez. Writing Home vuelve al origen de la literatura, el colegio pupilo de Eton en el cual el mismo Williams ubica su nacimiento como lector y como escritor, aunque más no fuera de poemas mal copiados y de cartas a sus padres. La pregunta central es por la identidad. A veces, se responde mediante un espejo que devuelve la imagen del padre, una imagen escurridiza, mezclada con las identidades de los hombres que aquel encarnó en sus papeles, de la vida inasible que vivió antes de que llegaran sus hijos. Hay que visitar el pasado incesantemente y recorrer todos sus matices, hasta que el tiempo colapsa y el pasado ocupa el lugar del futuro y hay un niño con canas o un hombre entre niños que quiere corregir a su maestro, como en “Old Boy”. Tras Writing Home se editaron Self-Portrait with a Slide (1990), Dock Leaves (1994) y Billy’s Rain (1999) y finalmente Collected Poems (2002), volumen en el que se basan las presentes traducciones.

De acuerdo con la Oxford Companion to Modern Poetry in English, Williams nació en 1942 en Windsor. Asistió a Eton (1956-60), luego fue asistente de Alan Ross durante dos años, recorrió el mundo durante veinte meses y se casó en 1965. Su padre, Hugh Williams, fue un reconocido actor de teatro y cine de la década del treinta, hasta que peleó en la Segunda Guerra Mundial, en Túnez, y la situación familiar a su regreso no fue la misma. Su madre fue la australiana Margaret Vyner, modelo y actriz; su nombre (esto no está mencionado en Oxford) aparece en la letra de “You’re the Top” de Cole Porter. Estos son los datos biográficos mínimos para leer la obra de Williams que, por momentos, confesionalista, renuncia siquiera en cierto grado a la autonomía semántica que Eliot y la Nueva Crítica afirmaban.

Los libros más recientes de Williams son Dear Room (2006), West End Final (2009) y I Knew the Bride, que se publicó este año y del cual se incluye un poema. Junto con su último libro se hizo pública una campaña para conseguir un donante de riñón; Williams está en lista de espera desde hace tres años.

 

De Symptoms of Loss (1965)

El carnicero

El carnicero corta ternera para dos.
La carne oscura y frágil cae sobre el cuchillo. 

En su cara hay dolor al partir los tendones
y levanta la vista con alivio al pesarla. 

Es un joven rosado y tiene pestañas blancas,
igual que un buey. Me atiende siempre últimamente. 

Siento que sabe cómo vivo. Lo que nos gusta
comer cuando hace frío. Que alguien que habla 

con acento extranjero solo sabe hacer ternera.
Sobre el papel manteca escribe el precio 

y me entrega el paquete con gentileza. Sella
oficialmente mi matrimonio con su sonrisa. 

The butcher //  The butcher carves veal for two. / The cloudy, frail slices fall over his knife. // His face is hurt by the parting sinews / and he looks up with relief, laying it on the scales. // He is a rosy young man with white eyelashes, /  like a bullock. He always serves me now. // I think he knows about my life. How we prefer / to eat when it’s cold. How someone // with a foreign accent can only cook veal. / He writes the price on a grease-proof packet // and hands it to me courteously. His smile / is the official seal on my marriage.

 

De Sugar Daddy (1970)

La pareja de arriba

Bajando la escalera eran zapatos
en lugar de chinelas, se escapó con la ropa
y al salir dio un portazo y yo la vi
caminar en zigzag, como desnuda, al auto. 

No siempre estaba junto a él, arriba,
pero igual parecían puros, como nosotros,
su amor y el nuestro afines. La partida 

nos fascina y asusta. Despertamos
y hablamos excitados de nosotros,
como dos invitados. 

The couple upstairs // Shoes instead of slippers down the stairs, / She ran out with her clothes // And the front door banged and I saw her / Walking crookedly, like naked, to a car. // She was not always with him up there, / And yet they seemed inviolate, like us, / Our loves in sympathy. Her going // Thrills and frightens us. We come awake / And talk excitedly about ourselves, like guests.

 

De Writing Home (1985)

Esperando para seguir 

Yo pasaba las páginas despacio, con atención al auto,
hasta que al fin mi padre era joven de nuevo, un soldado,
o echaba la cabeza para atrás, el pelo con gomina
cuando iba al Derby antes de la guerra.
Me quedaba mirando su fama y su belleza
y me creía que eran lo mismo.
En donde me crié la belleza era todo.
Hacía que te rieras, te broncearas.
Hacía que hablaras con confianza.
“¡Qué joven más amable!”, solía comentar mi madre,
“¡Tan buenmozo!”. Si estaba solo en casa,
yo estudiaba mi rostro en busca de excelencia
y frente al gran espejo en la escalera
le levantaba el cuello a la camisa
y blandía una espada a mi reflejo:
“Hugh Williams, ¡todavía más buenmozo con su traje Regencia!”
El ruido de las ruedas en la entrada
marcaba que tenía apenas un minuto
para poner las cosas donde estaban
y bajar siendo yo mismo de vuelta. 

Waiting to Go On // I turned the pages slowly, listening for the car, / till my father was young again, a soldier, / or throwing back his head / on slicked-back Derby Days before the war.  / I stared at all that fame and handsomeness / and thought they were the same. / Good looks were everything where I came from. / They made you laugh. They made you have a tan. / They made you speak with conviction. / ‘Such a nice young man!’ my mother used to say. / ‘So good looking!’ Left alone in the house, / I searched my face for signs of excellence, / turning up my collar in the long mirror on the stairs / and flourishing a dress sword at myself: / ‘Hugh Williams, even more handsome in Regency!’ / The sound of wheels on the drive / meant I had about one minute / to put everything back where I’d found it / and come downstairs as myself.

 

Rayones

Mi madre hizo rayones en mis suelas
para que no me resbalara
cuando me fui a la escuela de pupilo. 

Me pareció que hacer unos rayones
con un par de tijeras
no podía alcanzar. 

Yo caminaba sobre el hielo,
estirando los brazos.
Sin conocer adónde iba. 

Sus rayones muy pronto se borraron
después de que empecé a ir patinando
por aquellos pasillos encerados. 

Patinaba a las aulas.
Patinaba al vestuario, cruzando el auditorio.
Nunca tuve un traspié. 

Aprendí a deslizarme con un avión en mano
o con un auto, como nada,
fingiendo divertirme. 

Aprendí a calcular con cuánto impulso
llegaría puntual hasta el gimnasio
cuando tomaban lista. 

Doblaba de camino,
estirando los brazos
para atrapar el marco de la puerta
mientras pasaba al vuelo. 

Scratches // My mother scratched the soles of my shoes / to stop me slipping / when I went away to school. // I didn’t think a few scratches / with a pair of scissors / was going to be enough. // I was walking on ice, / my arms stretched out. / I didn’t know where I was going. // Her scratches soon disappeared / when I started sliding / down those polished corridors. // I slid into class. / I slid across the hall into the changing-room. / I never slipped up. // I learnt how to skate along with an aeroplane / or a car, looking ordinary, / pretending to have fun. // I learnt how long a run I needed / to carry me as far as the gym / in time for Absences. // I turned as I went, / my arms stretched out to catch the door jamb / as I went flying past.

 

Nuevos caminos

Jugamos mal al Scrabble durante muchos años.
Contábamos el Doble y Triple Tanto
de Palabra las veces que queríamos.
Había que correr las letras
para ver los colores que ocupaban. 

Mi padre estaba sin trabajo
y otra vez nos mudábamos. Él miraba el tablero
mientras le daba vueltas a su anillo de sello.
Le gustaba pasar palabras al plural
para sacar más puntos
que quienes las habían ideado.
Si en serio te faltaba una palabra,
tenías el derecho a hacerlo. 

Mi padre deseaba “porcelanas”.
Decía que eran tejas decorativas
hechas en Derbyshire y pintadas a mano.
Hacía trampa por principios, quería abrir
nuevos caminos para su familia.
No era “Dios alimenta a los cuervos”, más bien
“Mi país es el mundo”. Estuvimos varados 

al fondo de una callecita de Sussex
durante dos inviernos. Mi padre arrojaba
errores ortográficos y engaños bien puntuados
y empezaba a contar:
“ai” como en “Ai, ¡carajo!”, “ex” con la equis ubicada
en el último Triple Tanto de Letra. 

New Ground // We played Scrabble wrong for years. / We counted the Double and Triple Word Scores / as often as we liked. / We had to move aside the letters / to see what colours they were on. // My father was out of work / and we were moving again. He stared at the board / twisting his signet ring. / He liked adding ‘s’ to a word / and scoring more points / than the person who thought of it. / If you needed a word badly enough / you had a right to it. // My father wanted ‘chinas’. / He said they were ornamental / bricks from Derbyshire, hand-painted. / He cheated from principle, to open up / new ground for his family. / Not ‘God feeds the ravens’ so much / as ‘The world is my country’. We were stuck // at the end of a lane in Sussex /for two winters. My father threw down / his high-scoring spelling mistakes and bluffs / and started counting: / ‘aw’ as in ‘Aw, hell!’, ‘ex’ with the ‘x’ falling / on the last Triple Letter Score.

 

De Dock Leaves (1994)

Apaguen las luces

Nos permiten charlar por diez minutos
sobre lo que pasó durante el día,
después hay que dormir.
No importa qué soñemos. 

Lights out // We’re allowed to talk for ten minutes / about what has  happened during the day, / then we have to go to sleep. / It doesn’t matter what we dream about.

 

Una cena con mi madre

Mi madre dice “Bueno”.
“Bueno”, dice, tomando una sartén
para ponerla al fuego.
Después no dice nada por un rato, 

así que el tiempo pasa a fuego lento,
hasta que nuevamente es “Bueno”
cuando ablanda los bifes con la maza
y nos prepara Steak Diane. 

Tengo que estar a mano en estas circunstancias
para poner la mesa,
procurar más bebidas
y fomentar la charla general, 

pero ya estoy sintiendo hambre
y no tengo lugar para sentarme.
“Bueno”, digo, y me empeño en destapar
la botella de vino. 

Mi madre no me escucha.
Está muy lejos,
prueba la salsa usando una cuchara,
entrecierra los ojos en medio del vapor. 

“Bueno”, dice de forma bien pausada,
y eso quiere decir: ¿qué voy a usar,
vinagre de romero o de estragón
para condimentar esta ensalada? 

Yo contengo el aliento, temo que algo
salga mal en el último momento.
Pero, bueno, por suerte es “Bueno”
el tiempo de sentarnos a comer. 

Dinner with my mother // My mother is saying ‘Now’. / ‘Now,’ she says, taking down a saucepan, / putting it on the stove. / She doesn’t say anything else for a while, // so that time passes slowly, on the simmer, / until it is ‘Now’ again / as she hammers out our steaks / for Steak Diane. // I have to be on hand at times like this / for table-laying / drink replenishment / and general conversational encouragement, // but I am getting hungry / and there is nowhere to sit down. / ‘Now,’ I say, making a point / of opening a bottle of wine. // My mother isn’t listening. / She’s miles away, / testing the sauce with a spoon, / narrowing her eyes through the steam. // ‘Now’, she says very slowly, meaning / which is it to be, / the rosemary or the tarragon vinegar / for the salad dressing? // I hold my breath, lest anything / should go wrong at the last minute. / But now it is really ‘Now’ / our time to sit and eat.

 

Plegaria 

Dios, dame fortaleza para que viva una doble vida.
Córtame en dos.
Haz que cada mitad sea feliz
con lo que le tocó.
Permíteme ignorar
mi buen juicio y hacer
lo que me antoje, sea lo que sea,
sin arrepentimientos ni vagas conjeturas.
Si vuelvo a casa tarde por la noche
y digo que me tengo que ir de viaje,
recuérdame mirar por la ventana
para ver en qué casa estoy.
Dibuja una sonrisa en mi cara
cuando vuelva después de dos semanas,
bronceado y con regalos para todos. 

Dime cómo pararme
y hacia dónde mirar
cuando articule dónde estuve
y qué tal lo pasé.
¿Lo pasé bien o mal o más o menos?
Querría conocer mi impresión al respecto,
¿me la harías saber?
Si es hora de acostarse en una de mis vidas,
sé mi guía al subir las escaleras,
alumbra los rincones de mi cuarto.
Cuéntame lo siguiente: ¿aquí uso piyama
o duermo sin ponerme nada?
Si no puedes hacerme este favor,
si no puedes cortarme en dos,
Dios, dame fortaleza para que viva una doble vida. 

Prayer // God give me strength to lead a double life. / Cut me in half. / Make each half happy in its own way / with what is left. / Let me disobey / my own best instincts / and do what I want to do, whatever that may be / without regretting it, or thinking that I might. / When I come late at night from home, / saying I have to go away, / remind me to look out the window, / to see which house I’m in. / Pin a smile on my face / when I turn up two weeks later with a tan / and presents for everyone. // Teach me how to stand and where to look / when I say the words / about where I’ve been / and what sort of time I’ve had. / Was it good or bad or somewhere in between? / I’d like to know how I feel about these things, / perhaps you’d let me know? / When it’s time to go to bed in one of my lives, / go ahead of me up the stairs, / shine a light in the corners of my room. / Tell me this: do I wear pajamas here, / or sleep with nothing on? / If you can’t oblige me by cutting me in half, / God give me strength to lead a double life.

 

Lo sabe todo el mundo 

Todas las cosas, todas las acciones,
una luz que se enciende de repente,
una puerta que queda abierta,
esconden una marca al agua
de dicha o de desdicha,
ilusión o desilusión,
que puede revelarse a veces
en la expresión de un rostro. 

Unos nenes que lloran en la casa de al lado,
los muchachos que van camino a trabajar,
ese solo de saxofón
en “I’m Gonna Be a Wheel Some Day”,
pueden causar tristeza o dar consuelo
dependiendo de cierto olor a ajo
que sube a la deriva
desde el piso de abajo, o del sonido
de las carreras de caballos. 

Vivimos en un sitio diminuto
en donde cada cosa está ligada
a otra cosa, más preciosa.
El ladrido de un perro, la cabeza que niega,
los golpes imprevistos a la puerta
nos empañan de lágrimas los ojos.
Un paquete de virulana
es lo más parecido a la felicidad. 

Everyone knows this // Every object, every action, / a light suddenly switched on, / a door left open, / carries a hidden watermark / of joy or joylessness, / hope or hopelessness, / which might reveal itself / in the look on someone’s face. // Children crying in the next door house, / young men going to work, / the saxophone solo / in ‘I’m Gonna Be a Wheel Some Day’, / are sorrowful or reassuring / depending on a smell of garlic / drifting up from downstairs, / or the sound of a horse race. // We live in a tiny place / where everything is attached / to something else, more precious. / Dog-barks, head-shakes, / unexpected knocks / bring tears to our eyes. / A box of Brillo pads / comes close to happiness

 

De Billy’s Rain (1999)

Durante una ausencia

Ahora que se fue un momento
al baño “a empolvarse la nariz”,
velamos y esperamos, velamos y esperamos
que ella le devuelva el rumbo a nuestras vidas. 

During an Absence // Now that she has left the room for a moment / to powder her nose, / we watch and wait, watch and wait, / for her to bring back the purpose into our lives.

 

Encuentro extraño

La llamo igual que siempre,
pero hay algo que no encaja del todo.
En lugar de decir “Hola, ¿qué tal?
¿No podrías salir a jugar?”,
sugiere que nos “veamos” algún día,
con eso se me hiela la sangre.
Entonces salgo para allá
con flores y otras formas de disculpa. 

Por un instante, el timbre me excita
con escenas que vuelven del pasado
pero el beso en las dos mejillas
y la expresión alegre en su cara
mientras toma mi abrigo
son pistas que conducen hacia un futuro nuevo
entonces me invita a pasar
y me pide que tome asiento. 

Strange Meeting // I ring up in the usual way, / but something’s not quite right. / Instead of saying ‘Hello, how are you? / Can you come out to play?’ / she suggests ‘meeting up’ some time, / which makes my blood run cold. / I’m on my way round there now / with flowers and other apologies. // For a moment the doorbell excites me / with scenes out of the past, / but the kiss on both cheeks / and the cheerful look on her face / as she takes my coat for me / are pointers to a brand new future / she ushers me into now / and asks me to sit down.

 

Juegos con los ojos vendados

No es tanto porque la ama
y se quiere casar con ella
que no concilio el sueño por las noches,
es porque me imagino que suben la escalera
juntos, a los tropiezos,
como en una carrera de tres piernas. 

Me basta con cerrar los ojos
y él la toma del brazo
para empujarla al cuarto.
Ha dejado la puerta entrecerrada
pero no veo bien qué es lo que hacen,
solamente vislumbro cada tanto
la parte posterior de aquellas piernas,
aquella cicatriz sobre su hombro. 

Aparto la mirada, pero la conmoción
del placer que ella siente sube por mi garganta,
la ofensa de que mezcle su sudor con el de otro,
esas cosas que dice,
ese brazo que alarga. 

Blindfold games // It isn’t so much that he loves her / and wants to marry her / that keeps me awake at night / as the thought of them stumbling upstairs together / in a sort of three-legged race. / I only have to close my eyes / and he is taking her by the arm / pushing her towards the bedroom. / He has left the door half open, / but I can’t quite see what they are doing, / only glimpses from time to time, / the backs of her legs, the scar on her shoulder. // I turn to look away, / but the shock of her pleasure rises in my throat, / the insult of her sweat mingling with his sweat, / her saying certain things, / her throwing out one arm.

 

De I Knew the Bride (2014)

Zombi

Estoy muerto en teoría, me dicen,
pero recuerdo haber estado vivo
como si fuera ayer.
Me cubre el barro, igual que a un zombi,
y doy vueltas nadando
en las tormentas de una nueva tumba. 

Me acuerdo del mundo
y de cómo era todo allá arriba
a causa de un amigo
que me chupa la sangre.
Me mantiene con vida,
del modo en que un recuerdo tiene vida.

Zombie // I’m technically dead, they tell me, / but I remember being alive / as if it were yesterday. / I’m covered in mud, like a zombie, / swimming around / in the storms of a new grave. // I remember the world above / and what it was like up there, / thanks to a friend / who sucks my blood for me. / He keeps me alive / in the sense that memories are alive.

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1.  Sobre el Movimiento, entre otros: Blake Morrison, The Movement: English Poetry and Fiction of the 1950s, London: Methuen, 1986; Randall Stevenson, The Oxford English Literary History, Vol. 12, The Last of England, “Movement or Revival: The Late 1950s to the 1980s”, Oxford: Oxford University Press, 2004. >>
  2.  Williams cuenta esta anécdota en Freelancing: Adventures of a Poet, una colección de las columnas que escribió para The Times Literary Supplement>>