La felicidad del limo

Leonardo Martínez [1]


La señora Zósima

A media mañana me escapaba
a la barranca detrás de la cocina
y sentada en una piedra bajo el tala
armaba mi cigarro
Las pitadas eran largas y sostenidas
Al exhalar el humo se iban
el desánimo y la tristeza
Volvería después a los hijos
la comida y las montañas de ropa

Yo
la dueña
estoy sola
Marido ausente en trabajos lejanos
y una tropilla de hijos indómitos
Estoy sola con mi cigarro
los quehaceres de la casa
las novenas parroquiales
y la cría salvaje
Eso sí
a la nochecita
un poco de gramófono
y de lecturas de la Invernizzio

Pero a la siesta
cuando todos duermen
golpeo mi cabeza
contra las paredes de la cocina
y repito lo que había leído en algún lado
lo real es la única certeza
Y lo real es una mezcolanza

de doctrina de iglesia imaginación magia y milagros
La realidad abarca lo visible y lo invisible

No me atrevo a soñar pero sueño
Frotan mis pechos manos ausentes
Vientos imperiosos abren mis piernas
Un resplandor me ciega
y veloces sonidos danzarines
aplacan mi bramido desolado
De rodillas
adoro un reflejo del paraíso en el fogón
que parpadea como mi ojo
Me desconozco en la misma que soy
La felicidad es un asunto para corazones esforzados


Juan Alfonso

I

A la hora de la iguana
me veo sentado bajo el ceibo gigante
con la escopeta al costado
esperando
Viejo cántaro quebrado
al fondo de la acequia
esperando
Viejo dolor
esperando

II

El recuerdo tiene brazos larguísimos
y boca húmeda
Viene a mi encuentro desde la cumbre del Ancasti
Ambiguo y fluctuante se vuelve humo

III

Abandoné cosas en el camino
Me siento liviano
Acarreo lo que debo acarrear
Mi boca lista para el rubio pezón
Desnudo para sentarme al lado del padre

IV

Una mañana
dos miradas se entendieron
Muchas treguas
también distanciamientos
sirvieron de refuerzo
Triunfó entonces la semilla guardada
en la felicidad del limo

V

De viejo he logrado
vencer los escrúpulos
Arrojo mis vestiduras
dispuesto a nacer de nuevo

VI

Somos la vida y su resurrección continua
¿Interesan los nombres?
En lo indiferenciado que fue y vendrá
no hacen falta
Por los pajonales
El rocío ya dejó su llanto

 

VII
….. después sólo música
y dormir
Dormir dormir

en el plumaje de las olas
en el vaivén de los cuerpos amados
Mis padres nacientes
Tus padres naciendo

 

Fin de año

Faltan pocos días para fin de año
Sin embargo ningún fin de año es un final
En cada segundo empieza  y muere
Inútiles el reloj y el almanaque
Otro es el cauce
La vida fluye por las tripas
Desfilan imágenes
La vida se mira en tus ojos  y en mis ojos se complace
Tu oreja como un caracol la almacena
Mi lengua la recorre en cada espalda
No faltan días ni sobran hasta el fin
Pasado presente y futuro forman bloque
O mejor una gran olla en la que hervimos
A borbotones prodigiosos el cambio

Bienaventurado el deseo
Sobrevuela deposiciones
germina y restaura en la cumbrera del año
los primeros datos de oxígeno
la mecánica del suspiro en el cuerpo deseante

Pero todo está en mí en vos
fin del ciclo del año que pasa que pasó
y está por venir en un sinfín enredado
Fin de año
y fin del fin como si no hubiera tiempo
como si en la noche
estuvieran encerradas las noches de los tiempos

Las cumbres fraternas paren albas de iniciales cacerías
En los refugios de altura
el fuego guardado bajo la ceniza
reúne las centurias
Con un piar de abismo
nos acunamos nos balanceamos
Las formas trotan a paso de elefante
Delirantes ovulan
y se fecundan con su propio semen

 

Poemiya

                                             (sobre un óleo del pintor Carlos Ripamonte)

A la siesta
bajo el algarrobo
muchacho perro y caballo
son el mínimo no imponible

Fuera de la historia
sobrevivientes de Ilión o del Tahuantinsuyo
aguantando el acoso del calor y de las moscas
no preguntan ni se preguntan nada
ni siquiera esperan
sólo dejan que la vida haga su trabajo

Como estatuas combustibles
arderán en el momento siguiente
y la memoria no se ocupará de ellos
Único el cuadro que los fija
y estos versos salidos de una consigna milagrosa

Y así todo
Chispazos  encuentros desencuentros
Embates en un rimero de conflictos
en los que somos nadie

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Leonardo Martínez (Catamarca, 1937) es autor de los siguientes libros de poemas: Tacana o los linajes del tiempo (1989), Ojo de brasa (1991), El señor de Autigasta (1994), Asuntos de familia y otras imposturas (1997), Rápido pasaje (1999), Jaula viva (2004), Estricta ceniza (2005). >>