Gaspara Stampa: Siete sonetos

Nota preliminar y versiones de Eleonora González Capria
 

Inscriptos en el petrarquismo, que ofrecía a la práctica individual un modelo poético y lingüístico legitimado dentro del cual realizarse, vieron la luz, a lo largo del Cinquecento, numerosos cancioneros escritos por mujeres. Rime (1554) de Gaspara Stampa, publicado póstumamente por su hermana Cassandra, se encuentra entre estos.

Al recorrer el inventario de las fabulaciones que se idearon en torno de la vida de Stampa pueden hallarse insólitas invenciones: una desconocida ascendencia aristocrática; un hipotético retrato de la autora atribuido al pintor Guercino da Cento, nacido treinta y siete años después de la muerte de la poetisa; y los rumores de un envenenamiento adjudicado, alternativamente, a su propia mano y a la de su amado.

Gaspara Stampa nació en Padua, se conjetura que alrededor de 1523, y murió en Venecia el 23 de abril de 1554, como resultado de fiebre, cólicos y mal de matriz. La especial relevancia de este último hecho, asentado en los registros parroquiales, recae en que conforma uno de los pocos eventos de la historia de la poetisa debidamente documentados. Y es que en la figura de Stampa parece profundizarse aquello que conformó un elemento constituyente de la creación de Francesco Petrarca: la fusión del yo poético y el yo empírico. Pero si Petrarca fabricó cuidadosamente (por medio de fechas, anotaciones marginales y escritos variados) el tejido entre vida y obra, el cual los lectores habrían de desenredar a través de los años, en el caso de Stampa han sido los lectores quienes, a lo largo de los siglos, han interpretado su obra lírica como una biografía y han hecho de su vida la sustancia de numerosas biografías ficcionales. Las causas de este proceso complementario tal vez residan en el misterio en el que permanece envuelta la existencia de Stampa. Las consecuencias, no obstante, han sido específicas: la evaluación del poemario como un reflejo, desprovisto de mediación y de arte, de lo acontecido y el uso de las composiciones en él incluidas para sostener una posición preconcebida en cuanto a la condición de virtuosa abandonada o cortesana deshonesta de su autora, en un debate que lleva ya cien años y que se ha acumulado como un peso sobre su obra.

A diferencia de otros cancioneros de poetisas contemporáneas, el volumen póstumo de las Rime alcanzó en el siglo XVI una única edición; fue innegablemente un fracaso editorial que se contrapuso al éxito social y al reconocimiento artístico, no sólo en el ámbito literario sino ante todo en el musical, que Stampa recibió entre sus coetáneos. La palabra poética viva, ejecutada en los ridotti venecianos, fue olvidada en la letra impresa por doscientos años, hasta su segunda edición, en 1738; con ella comenzó una lenta peregrinación del extranjero hasta los confines del canon literario.

La colección de 1554 reúne 310 composiciones (sonetos, madrigales, sextinas, canciones y capitoli) y en sus folios el sentido se construye, simultáneamente, en cada poema individual y en la narración que cada fragmento lírico, anclado en un eje temporal, puede producir en relación con aquellos que lo preceden y suceden. Reflexiones, esperanzas y arrepentimientos acompañan a tres devociones: la del conde Collaltino de Collalto, destinatario del poemario; la de Bartolomeo Zen, un breve amor posterior; y la de Dios. Sin embargo, el corazón de las rimas de Stampa se lee en los versos que a ella dedicó Rainer Maria Rilke en su “Primera elegía”: “¿Es que has pensado lo suficiente en Gaspara Stampa (…) ¿No es tiempo de que al amar nos liberemos de lo amado y estremecidos resistamos:/ como la flecha resiste el anhelo de la cuerda, para,/ recogida en el arrojo,/ ser más que ella misma?” (trad. Jorge Mejía Toro). En la pasión amorosa, que trasciende su objeto, la amante fiel encuentra la ilimitada materia para su escritura y el fundamento de la pervivencia de su voz. Este es el verdadero tema, subyacente e íntimo de las rimas: la desmedida y, por ello, divina entrega del yo lírico.

Las razones de la traducción se hallan implícitas en las observaciones ya expuestas. La tarea se funda en el deseo de regresar a la lectura de una obra literaria (hasta tanto la Historia nos revele con indicios más definitivos quién fue, en sus ocupaciones cotidianas y privadas, Gaspara Stampa) tan cautivante que, a través del tiempo, fue convertida en la biografía ideal de su autora.

Los siete sonetos aquí presentados constituyen tan solo un corto derrotero por las páginas del cancionero y sus versiones en endecasílabos blancos integran un proyecto en curso de traducción de las Rime. En la búsqueda del inasequible equilibrio entre sentido y sonido, las versiones persiguen, en primer lugar, el verso paroxítono, que ha preocupado a los traductores y escritores de la tradición petrarquista castellana ya desde 1552; y, en segundo lugar, el depurado léxico de Stampa, quien, a la manera de su modelo, ensaya, con sutiles variaciones y repeticiones, cientos de poemas a partir de un acotado número de voces.

Se transcribe la numeración establecida por Abdelkader Salza en 1913, dado que ha sido la más reproducida. No obstante, se restaura, entre corchetes y cuando así corresponde, el ordenamiento original de la primera edición, más próximo quizás al concebido por su autora. Pero incluso esta presunción, por la ausencia de un manuscrito autógrafo, deberá permanecer también en la incertidumbre.

  

5

A menudo comparo a mi señor
con el cielo. Es el sol su bello rostro;
las estrellas, sus ojos; y cuando habla
suena la música del dios de Delos. 

La tempestad, la lluvia, el trueno, el hielo
son su cólera, cuando se enfurece;
el tiempo calmo y claro es cuando quiere
rasgar, amable, el velo de su furia. 

La primavera, el retoñar de flores,
es cuando hace aflorar mis esperanzas,
prometiendo que así serán mis días. 

Llega el horrible invierno cuando cambia
y amenaza con irse y olvidarme,
privarme de mis bienes más preciados.

 

5 // Io assimiglio il mio signor al cielo/ meco sovente. Il suo bel viso è ‘l sole;/ gli occhi, le stelle; e ‘l suon de le parole/ è l’armonia, che fa ‘l signor di Delo.// Le tempeste, le piogge, i tuoni e ‘l gelo/ son i suoi sdegni, quando irar si suole;/ le bonacce e ‘l sereno è quando vuole/ squarciar de l’ire sue benigno il velo.// La primavera e ‘l germogliar de’ fiori/ è quando ei fa fiorir la mia speranza,/ promettendo tenermi in questo stato./ L’orrido verno è poi, quando cangiato/ minaccia di mutar pensieri e stanza,/ spogliata me de’ miei più ricchi onori.


7

Damas, quien quiera ver a mi señor
busque un hombre de aspecto hermoso y dulce,
en años joven y en sapiencia viejo,
la imagen de la gloria y el valor: 

con el cabello rubio y tez lozana,
de estatura alta y con espaldas anchas,
y, en conclusión, perfecto en cada acto,
salvo un poco (¡ay!) cruel en el amor.

Y que busque después quien quiera verme
una mujer que muestra en su semblante
la imagen de la muerte y el martirio, 

hogar de la lealtad firme y constante,
una mujer que llora, arde y suspira,
sin lograr que su amado cruel se apiade.

 

7 // Chi vuol conoscer, donne, il mio signore,/ miri un signor di vago e dolce aspetto,/ giovane d’anni e vecchio d’intelletto,/ imagin de la gloria e del valore:// di pelo biondo, e di vivo colore,/ di persona alta e spazioso petto,/ e finalmente in ogni opra perfetto,/ fuor ch’un poco (oimè lassa!) empio in amore.// E chi vuol poi conoscer me, rimiri/ una donna in effetti ed in sembiante/ imagin de la morte e de’ martìri,// un albergo di fé salda e costante,/ una, che, perché pianga, arda e sospiri,/ non fa pietoso il suo crudel amante.


32

Yo te lo juro, Amor, por tus saetas
y por tu antorcha poderosa y santa:
aunque arda el corazón y se deshaga,
y me hieran las flechas, no me importa. 

Busca por el pasado y el futuro,
y elige la mujer que tú prefieras,
no hubo ni habrá amante que sintiera
llamas tan vivas, dardos tan agudos; 

porque nace una fuerza de esta pena,
que supera al dolor y que lo engaña,
al punto que no duele, o no se siente. 

Lo que me mortifica en cuerpo y alma,
el miedo que me empuja hacia la muerte
es que mi fuego sea llamarada.

  

32 // Per le saette tue, Amor, ti giuro,/ e per la tua possente e sacra face,/ che, se ben questa m’arde e ‘l cor mi sface,/ e quelle mi feriscon, non mi curo;// quantunque nel passato e nel futuro/ qual l’une acute, e qual l’altra vivace,/ donne amorose, e prendi qual ti piace,/ che sentisser giamai né fian, né fûro;// perché nasce virtù da questa pena,/ che ‘l senso del dolor vince ed abbaglia,/ sì che o non duole, o non si sente appena.// Quel, che l’anima e ‘l corpo mi travaglia,/ è la temenza ch’a morir mi mena,/ che ‘l foco mio non sia foco di paglia.

  

78

Amor, cubre los ojos que me ataron
para que nunca vean la belleza,
la buena educación, la cortesía
de las mujeres bellas que hay en Francia; 

que mi vida, que ahora es dulce y grata,
no se llene de llanto y aspereza
porque desprecio todo en este mundo,
excepto por su luz clara y serena. 

Y si él encuentra, por azar, alguna
que sea digna de su amor y encienda
su corazón con fuerza y con constancia, 

hiérelo con el plomo de tu flecha,
o dame muerte con tu flecha de oro,
que no quiero vivir de esa manera.

 

78 // Gli occhi onde mi legasti, Amor, affrena,/ sì che non veggan mai altra bellezza,/ altra creanza ed altra gentilezza/ di belle donne, onde la Francia è piena;// acciò che quanto ora è dolce ed amena,/ non sia piena di lagrime e d’asprezza/ la vita mia, ch’ogn’altra cosa sprezza,/ fuor che la luce lor chiara e serena.// E, s’egli avien che sia lor mostro a sorte/ obietto che sia degno esser amato,/ ed accenda quel cor tenace e forte,// ferisci lui col tuo stral impiombato,/ o con quel d’oro dona a me la morte,/ perché viver non voglio in tale stato.

  

154

Mortifícame, Amor, dame tormentos,
quítame a aquel que quiero siempre cerca,
quítame, cruel y desleal, con eso
toda mi paz y todo mi contento, 

hazme triste y feliz en un momento,
dame más muertes con un golpe solo,
vuélveme un mal ejemplo de mi sexo,
que de seguirte igual no me arrepiento. 

Porque, si pienso sobre aquellas luces,
que, estando cerca o lejos, me acompañan
por tu arduo y peligroso sendero, 

siento fuerzas que al corazón confortan,
y cuando eres más cruel y más violento
con más facilidad él te soporta.
  

154 // Straziami, Amor, se sai, dammi tormento,/ tommi pur lui, che vorrei sempre presso,/ tommi pur, crudo e disleal, con esso/ ogni mia pace ed ogni mio contento,// fammi pur mesta e lieta in un momento,/ dammi più morti con un colpo stesso,/ fammi essempio infelice del mio sesso,/ che per ciò di seguirti non mi pento.// Perché, volgendo a quei lumi il pensiero,/ che vicini e lontani mi son scorta/ per l’aspro, periglioso tuo sentiero,// move da lor virtù, che ‘l cor conforta/ sì che, quanto più sei crudele e fiero,/ tanto più facilmente ei ti comporta.

 

171

Señor, podrá privarme de usted mismo
con ese corazón, duro diamante,
y tener otra dama como amante:
nada podría lastimarme más; 

pero ya no podrá privarme igual
de su imagen, de su semblante santo,
que están siempre conmigo, noche y día,
desde que Amor me puso entre sus siervos; 

y no podrá privarme del deseo,
que por usted ardió fogosamente,
ni del fuego y las lágrimas que lloro. 

En mi martirio atroz ellos serán
un dulce amparo, y el recuerdo ardiente
del goce que sentí y que he perdido. 

 

171 // Voi potete, signor, ben tôrmi voi/ con quel cor d’indurato diamante,/ e farvi d’altra donna novo amante;/ di che cosa non è, che più m’annoi;// ma non potete già ritormi poi/ l’imagin vostra, il vostro almo sembiante,/ che giorno e notte mi sta sempre innante,/ poi che mi fece Amor de’ servi suoi;// non potete ritôrmi quei desiri,/ che m’acceser di voi sì caldamente,/ il foco, il pianto, che per gli occhi verso.// Questi mi fien ne’ miei gravi martìri/ dolce sostegno, e la memoria ardente/ del diletto provato, c’han disperso.


311 [278]

Triste y contrita por mis graves faltas
y por mi desvarío largo y leve,
y por haber gastado el tiempo breve
de la vida fugaz en amor vano, 

a ti, Señor, que ablandas corazones,
y vuelves cálida la nieve helada,
y alivias la pesada y dura carga
de quien se enciende en tu ardor sagrado, 

recurro; y ruego que me des tu mano
y me saques del mar, del cual yo sola
no podría salir si lo intentase. 

Tú quisiste, Señor, morir por todos,
tú salvaste a la humanidad entera;
dulce Señor, ¡no dejes que me muera! 

 

311 [278] // Mesta e pentita de’ miei gravi errori/ e del mio vaneggiar tanto e sì lieve,/ e d’aver speso questo tempo breve/ de la vita fugace in vani amori,// a te, Signor, ch’intenerisci i cori,/ e rendi calda la gelata neve,/ e fai soave ogn’aspro peso e greve/ a chiunque accendi di tuoi santi ardori,// ricorro; e prego che mi porghi mano/ a trarmi fuor del pelago, onde uscire,/ s’io tentassi da me, sarebbe vano.// Tu volesti per noi, Signor, morire,/ tu ricomprasti tutto il seme umano;/ dolce Signor, non mi lasciar perire!