Como un iceberg

Anahí Mallol [1]

 

1.

me mira
como si yo fuera
mejor de lo que soy.
sonrío: así me quiero.
lo miro igual:
sos
mejor que vos
sos un gigante.
me dejo
estar ahí
detengo el tiempo mientras juego
un arte en el que todo es
a la vez
antiguo y nuevo.

 

8.

todavía me llama
de vez en cuando
escucho mi nombre entre las ramas
y dice que recuerda
exactamente
cómo se sentía
entre los brazos
la curva de esta cintura
ahora más gruesa
yo no digo nada
y recuerdo el primer día
cuando creí
que su voz en mi cuerpo
no era más
que escarcha sobre la tierra.

 

10.

como si se pudiera
residir en el calor de otro cuerpo
me acomodo entre los brazos del verano
espero
la tarde en que vuelvas,
amor, a leer conmigo mi pequeño
zoológico de palabras
o sombras en los muros, para empezar de nuevo.

 

20.

una casa
como de cuento
en un bosque vacío
un sol tardío que confunde
las huellas apareadas de la lluvia

miro y veo
una flor cualquiera
la más silvestre:
pura presencia plena
mira y ve la pureza del capullo
entonces te digo:
nada puede
manchar este corazón.

 

21.

yo sólo quería
que en medio de la noche
cuando los dos sabíamos que el otro
estaba despierto
–lo sabíamos porque conocíamos
nuestras formas de respirar
y también ese perfume
especial que exhala el cuerpo
a tu lado dormido–
me abrazara fuerte
fuerte y me dijera
despacio al oído
“eso debió dolerte mucho”
o “cuánto te lastimaron”
para después agregar
“no te preocupes
ahora no estás sola y todo
va a salir bien”
o algo por el estilo
me hubiera gustado creer
pero cuando le dije
lo que me había pasado
lo que el otro me había hecho
fue tanto su dolor que
se olvidó de consolarme y se alejó
se alejaron
su respiración y su perfume y nunca más
supe lo que era ese abrazo
fuerte en medio de la noche.

 

28.

sus músculos y nervios
tensados como cuerdas vibrantes
templadas por mis dedos
sollozaron un momento.

hoy sus lamentos
despiertan los recuerdos
imborrables
de los años que perdimos

si lloráramos juntos?
quisiera que a partir de hoy
estemos de fiesta otra vez
y que podamos reunirnos
para siempre alegres
en el río incesante
de las estrellas que mirábamos
cuando éramos apenas
dos chicos que jugaban.

 

43.

como una perra oye
el sonido de la tormenta
o su fragor
antes de ver
el cielo quebrado por el rayo
la calma vibrando con el trueno
se asusta se refugia
en cualquier lado
y entonces empieza a llover como si
su miedo mismo fuera el que
prefiguró esa tormenta
escucho en el silencio de la ausencia
la próxima catástrofe
me tapo
con las frazadas
en la cama grande
espero que vuelvas pero sé
que es tarde
que nadie vuelve
de ese lugar
en que ya no

ya no se dice
nada. 

 

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Anahí Mallol ha publicado los siguientes libros de poemas:  Postdata (1998), Polaroid (2001), Óleo sobre lienzo (2004) y Zoo (2009).>>