Addenda

Rodolfo Godino [1]

 

Para M.S., desaparecida en el campo

Su nombre reservado aquí
dice que fue apartada,
que extravió sus propiedades, sus visiones,
que no podrá leer estas palabras
o derrames fieles.

Su nombre velado aquí
dice que ganó la suavidad,
que viaja sin cuerpo,
un trazo de luz o impresión
del alma removida.

Su nombre cubierto aquí
dice que tal vez continúa
en el aire público, una nota
degradada, un silencio
que estuvo y se contrajo y fue.

 

La siesta

Atraído por flores azul claro,
por frutos esféricos —joyería alimentada
desde la cálida opacidad
de las letrinas— el infante
vaga en el borde de los patios
a la sombra de paraísos verdaderos:
aprende que la abundancia
de afectos solitarios
comienza a fraguar desvíos,
prolapsos del corazón.

Aún ausente el ruido
de la sedición en su cabeza,
busca música:
                           entrará dispuesto
en otros paisajes
rezumantes de palabras y desnudos.

 

Sixto y Ana

Al fin llevamos al monte
nuestros sentimientos,
nuestro pésame hasta la casa del aljibe,
el lugar del pariente silencioso,
el que fue emboscado.
                                  Nos recibió
una mezcla de música y suspiros.
La ligereza de la vida
y la carga de la ausencia
—atadas a la crispación de la suerte—
aceptaban sus funciones paralelas.
                                  El cuerpo de ella
habló, toda la tarde.
Y cuando entramos en la oscuridad
sus murmullos fueron confirmados
por la desolación de los nombres
todavía unidos en el jarro azul
sujeto al carcomido brocal.

 

Funerales de un cazador en Solís de Mataojo

Impropiamente vestido y dispuesto
para el triste negocio con las profundidades,
a su final desciende el perseguidor
de la gracia natural con su palo de fuego.

La sierra registra la consumación
como antes el impuro
despojo de las pieles.
               

                                               ¡Invasor caído,
demonio con sombrero de paja!

 

Los poetas postclásicos

A pesar de su entrenamiento, de sus brillos
según mi alma jóvenes se pierden
y en general a la altura
de la sexta década,

la lengua fría, contraídos
ya no siembran destellos
sobre destellos en la página,
la mano en la rodilla de la diosa.

 

Bonanza de las casas públicas de Esquel

Afuera la inquietud
del viento y los caballos,
adentro errantes señoras de Bahía y Santa Cruz
y sombreros negros velando en los corredores
al pie de las puertas
que no podían apagar el ruido,
la fiesta de las pieles agrias
gastados por el daño del Sur.

 

Unitarios en la Banda Oriental  

                                     i.m. Esteban Echeverría

 Allá recuperaban sus formas
y vencidos por el perfume
de nuevos árboles y libres canciones,
eran hermanos y vecinos
de otros que en días de ceguera,
de riesgo general, también
alcanzaron el puerto con la vida
arrasada por el furor
de nuestro destino incurable.

 

Mujeres-niñas en San Benito de Palermo

Bajo el malestar de ángeles custodios,
en la espesura de tipas y gomeros
las vi, ancas y muslos
cumpliendo delicadas tareas
y elocuencia y despliegue carnales
ocupando el día,
la repentina nitidez de la mañana.

 

Arreo de los caballos al frigorífico de Mercedes

Los que al amanecer seguían
el vapor de los cuerpos en el frío,
vieron remos dañados y dignas cabezas
exhaustas, asintiendo.

¿Decían al futuro? En ese lugar
sólo giraban los filos
esperando, como espera el viento
al perfume de la poda en combustión.

 

Marcha del orgullo en Bogotá

Son los mismos, los que buscaron
hurgar en lo aún desprevenido,
hábiles en cobrar peaje
en claustros y tumultos,
                                               son ellos
ahora batiendo el campo
de nuestra prole terrestre, los mismos,
ancas contraídas navegando la calle,
pálidas perras criollas.

 

Loa

                                                          i.m. Lilí Marlene 

Moderadas o intensamente expuestas
o remando a oscuras
bajo rasos y percales,
dos columnas sujetas
al torso, articuladas,
con tendencia a separarse:

es raro que caiga
más de una hora sin que pasen
ofrecidas, negadas, alejándose
hacia el reino de los otros.

 

Notas al pie    (>> volver al texto)
  1. Rodolfo Godino (San Francisco, 1936) ha reunido gran parte de su poesía en Viaje favorable (1954-2004). Los poemas aquí presentados pertenecen a su libro Addenda, de próxima publicación. >>